nueve.

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Tutu me trajo de vuelta al presente inclinándose hacia adelante para presionar su nariz y frente contra la mía. Fue un gesto afectuoso, uno que le darías a una nieta. Le sonreí con cariño mientras retrocedía para estudiarme.

"Sabes, soy vieja y terca, y decidí hace mucho tiempo que soy demasiado vieja para tener que cambiar de opinión sobre algunas cosas. Hago las cosas a mi manera ahora. Es la ley. Pero decidí cambiar de opinión sobre algo. No estaba equivocada sobre eso. Solo cambié de opinión. Tu papá extranjero no es el problema de Maiu."

Alcé mis cejas, preguntándome adónde iba esto. Siempre sospeché que se hallaba secretamente agradecida con mi papá por ser un mentor para Zayn, pero nunca lo admitiría. O eso es lo que pensé.

"Él no es el problema, porque te tuvo. Y si tienes bebés con Zayn, muchos de preferencia, entonces van a recuperar algo de nuestra tierra para nosotros. Así que ya ves, tu padre es solo una parte del problema de Maui."

Le sonreí ligeramente, incómoda de hablar con ella sobre hacer algo con Zayn ahora que ya era grande. Era evidente que en este punto mi promesa de casarme con él no se mantendría.

Me dio una palmada en el hombro y se levantó.

"Sólo tenía que sacarme eso del pecho. Podría morir mañana, así que deberías escucharme. Te perseguiré para siempre si no lo haces."

Eso me hizo reír, alejando mi molestia. Escuché esa famosa cita de Tutu muchas veces. Era una de mis favoritas. Incluso de niña, cuando la idea de ser perseguida era un poco aterradora, sentía un poco de consuelo ante la idea de que Tutu permanecería cerca de mí para siempre.

Zayn hizo una mueca cuando se me unió. Me estudió.

"Tutu dio la carcajada más malvada cuando me envió de regreso. ¿Estás bien? ¿Qué locura te dijo?"

Simplemente negué, sonriendo.

"Solo un poco de su sabiduría. Se encuentra rara hoy. Incluso me lanzó lo de 'podría morir mañana, te perseguiré para siempre'. Está gruñona, como siempre."

Eso lo hizo reír. Le toqué el hoyuelo de la mejilla mientras lo hacía. Parecía no poder evitarlo, mi mano tenía mente propia. Se le suavizaron los ojos cuando hice eso. Me sorprendió al jalarme a sus brazos y depositar un suave beso en la cima de mi cabeza. Cuando no me liberó de inmediato, simplemente seguí su estado de ánimo cariñoso, lanzándole ambos brazos alrededor del cuello y metiendo el rostro en mi lugar favorito de su pecho. Sabía que la gente del bar nos miraba. Zayn no era conocido precisamente por ser un hombre demostrativo ni afectuoso. Todo lo contrario, de hecho. Pero siempre fue diferente conmigo. Probablemente todo el mundo lo olvidó. Estuve ausente mucho tiempo.

Se encontraba en un humor cariñoso y me quedé así por un largo tiempo, con la mejilla en su pecho, su mano acariciándome el cabello. Lo sentí jugando con las ondas. Incluso me besó en un punto. Quería quedarme así para siempre, con el bar lleno o no. Me sentía amada así.

No hablamos durante un buen rato. Ni siquiera lo consideré. No quería arriesgarme a romper el encanto. Tomó largos tragos de cerveza, pero nunca dejó de abrazarme ni me alejó. No planeaba moverme ni un centímetro si él no lo hacía.

"¿Quieres que te consiga más té?" murmuró con su boca cerca de mi oído mientras hablaba.

Hice un ruido evasivo en su camisa.

"Quizá después."

Sus manos me acariciaban la espalda.

"Tengo que ir a decirle a Mari que estás aquí, de todos modos. Nunca me perdonará si vienes aquí a pasar el rato y ni siquiera lo sabe. Vuelvo en seguida, ¿de acuerdo?" Me alejó mientras hablaba, y volví a sentarme en la silla, ya extrañando ese cálido abrazo. Me besó en la cabeza antes de irse.

GIGI ― zigiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora