Dos

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Antes de caer no pensé en lo que me esperaba a los dos días siguientes....

Comencé a sentir frío en la parte trasera de la cabeza, punzadas continuas que me hacían gemir de dolor, traté de levantarme y se me hizo imposible, mi cuerpo no respondía, estaba paralizado de una forma que nunca antes había sentido.

Después de casi quince minutos que parecieron una eternidad, conseguí comenzar a mover mis manos y después los brazos, me mantuve durante un tiempo intentando hacer reaccionar mis piernas, lo logré haciéndome sentar en el borde de lo que parecía una cama; me puse a inspeccionar el lugar en el que me encontraba, pero se me hacía difícil ya que no veía nada más que oscuridad.

De la nada escuché algo intentando abrirse de un lado de las paredes, volteé rápidamente y observé como se abría una pequeña ventana, de allí entraba un poco de luz a la habitación lo que me dejó ver lo que tenía a mi alrededor siendo nada más una mesa y la cama de metal en la que reposaba; la puerta por la que supongo es la única salida es de madera y tiene una pequeña abertura con rejas en la parte de abajo.

Me levanté de la cama para inspeccionar por el cuarto desesperada y me di cuenta de que las paredes tenían gritos de ayuda y clemencia escritos, en su mayoría eran por parte de chicas, las manchas de lo que parecía sangre eran palpables y el olor pútrido reinaba en el lugar:

"Día dos, me advirtieron muchas veces de que algo como esto sucedería"

"Es el segundo día, ya no sé qué hacer, de aquí no saldré con vida, por favor díganles a mis padres que los amo"

"¿Será este mi fin? Si leen este mensaje encárguense de que mi hijo consiga un hogar"

"Acaben con mi sufrimiento de una vez por todas, ese es el problema con ustedes, no son más que unos cobardes que se resguardan tras el poder sucio que tienen"

"Perdóname Dios, te he fallado, este es mi escarmiento por la mala vida que decidí llevar"

Cosas como esas y más lamentables se hallaban por las paredes de todo el lugar, negar el temor que sentí en ese momento no tendría sentido, en mi cabeza se repetía la pregunta de por qué estaba en ese horrible lugar.

Era de suponer que era mi primer día allí, pero, ¿Qué pasaría mañana? ¿Qué es el día dos? los escritos de las paredes guardaban en común que hablan de un día dos ¿es literal? ¿es solo un decir? No entendía absolutamente nada.

De la nada escuché golpes en un ¿micrófono? Si, es un micrófono y el sonido de interferencia ¿Qué rayos es esto?

― Emma― Alcancé a escuchar que decían en algún lugar de la habitación, la voz era distorsionada y grave, un tanto terrorífica.

― ¿Quién eres? ― ¿en serio Emma? Fuera quien fuera no me iba a decir quién era, si la persona que me tenía allí quería que supiera de su existencia no me tuvo que haber hecho pasar por lo que pasé.

― Eso no importa ahora prinzessin...

¿Qué hago aquí? Me pregunté a mí misma.

― Imagino que te preguntas por qué estás aquí.― dijo la voz extraña como si hubiera leído mis pensamientos.

― Es bastante simple, estás aquí gracias a las escorias que llamabas padres, pero por suerte ya no están con nosotros― dijo sin dejarme siquiera asimilar la situación. Esas palabras me causaron miedo y desesperación.

― ¿Mis padres? ¿Qué les hicieron?

― Tranquila ellos ya pagaron todo lo que hicieron, no de una buena manera, pero lo hicieron, solo queremos conocer qué sabes tú.

El Último Trago.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora