Mamihlapinatapai

I

Shinsou siempre encontró entrañable la actitud de la aclamada bestia del 1-A, todo el tiempo llamando la atención de forma innecesaria a su parecer. Aquellos gritos acompañados de las potentes explosiones no generaban nada más que disgusto, y si tomabas en cuenta su actitud orgullosa todo solo iba para peor, ¿quién querría a alguien como el defendiendo su espalda?

Consiguió la respuesta casi al final del festival deportivo.

Por culpa de su particularidad toda la vida le creyeron un villano, temerosos de que los controlara haciéndoles hacer cosas denigrantes o desagradables, orillándolo a la situación de que todos le ignoraban, pero en el instante en el que se enfrentó a Midoriya se sintió después de mucho tiempo enormemente feliz, la gente lo estaba considerando un héroe, lo tomaron en cuenta de forma positiva y vieron en él algo más allá que su quirk, vieron a una persona que deseaba ser héroe.

Y la sorpresa que lo llevó a parar con la respuesta a su interrogante fue algo tan simple que como a diferencia de él que fue visto como un héroe, en la pelea de Bakugo contra Uraraka el rubio fue visto como nada más que un villano vil y cruel con toda la multitud que componía el estadio abucheando le por tratar así a una dama, por no darle oportunidades de defenderse o atacar con comodidad, y el casi sintió lo mismo.

El casi hizo la diferencia.

Él sabía que era estar en el otro extremo receptor, sabía cómo era ser tratado así y se dio cuenta de la misma forma en que la gente miraba a aquel rubio orgulloso le miraban antiguamente a él. Se sintió impotente al no poder decir nada, se frustro consigo mismo por su incapacidad de actuar y por eso mismo el final sorpresivo e inesperado que tuvo aquella pelea le complació, porque dejó a todo el mundo boquiabierto sin poder opinar otra cosa negativa hacía el ganador de la batalla.

Después de eso, Shinsou deseo poder cambiar las palabras que dirigió hacía él en la puerta del salón 1-A antes del festival y tal vez volver a hablarle para ser amigos.