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Sus labios sabían a menta y eran cálidos, como una tarde de verano.

Nunca había sentido esa explosión en mi interior.
Los primeros segundos no sabía cómo reaccionar, me encontraba confundida pero luego me fue imposible no seguirle el beso.

Podía imaginarme en mi mente a un millón de fuegos artificiales explotando en mi pecho y vientre, sobre todo cuando su cálido toque hizo presencia en mi cintura.

Deseaba parar el tiempo y seguir así por horas.
Sus labios presionados contra los míos, bailando un vals a un ritmo lento que casi resultaba elegante.

Cuando los despegó por falta de aire y nuestras miradas concertaron solo pude desear una cosa.

Que no se arrepintiera.

Playing the PianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora