IV

270 52 5
                                    

Harry recordaría ese otoño como uno de descubrimiento constante. Pasaba cada minuto libre en su forma animal, aprendiendo de su cuerpo nuevo. Después de clases, se apresuraba a cualquier lugar tranquilo que pudiera encontrar y practicaba su transformación, experimentaba un poco moviéndose como conejo, y en general intentaba ajustarse a vivir como este nuevo ser.

Casi siempre llegaba tarde a la cena, dónde comería tan rápido cono le fuera posible antes de apurarse de regreso a la Toree de Gryffindor y apresurarse con sus tareas. Una vez que había hecho lo mínimo que consideraba suficiente, salía nuevamente, escabulléndose a los terrenos con su capa de invisibilidad.

Esta era siempre la mejor parte de su día, afuera en la oscuridad, la oscuridad de la noche escondiéndolo de las miradas curiosas. Podía transformarse y corretear alrededor hasta que su corazón estuviera complacido. Las horas volaban mientras corría y saltaba bajo la luz de la luna.

Era mucho más emocionante de lo que Harry había anticipado. Cuándo habia escuchado las historias sobre su padre y Sirius por primera vez, había asumido que la única razón por la que se transformaban era para hacerle compañía a Remus. No había imaginado la salvaje felicidad que traía pasar tiempo como un animal.

En el primer momento que se dio cuenta de que su forma animal era un conejo, se vio un poco decepcionado. Parte de él habia esperado ser un ciervo, como su padre. O, si no un ciervo, por lo menos algo grande e impresionante. Tenía que admitir que fue un golpe para su ego que él, Harry Potter, el Niño que Vivió, el salvador del Mundo Mágico, era un peludo pequeño conejito. Seguramente el debió ser un águila, un lobo, ¿un dragón? Pero mientras más lo pensaba, más cobraba sentido.

Harry habia odiado la guerra. Había visto suficiente violencia para toda su vida.  Él no quería pelear. No quería ser mas poderoso que otros, ni forzarlos a cumplir su voluntad.

Contrario al ciervo de su padre, o el perro de Sirius, un conejo no podia ser considerado una criatura de pelea; no era amenazador o poderoso.

Harry también odiaba ser usado. Había sido manipulado por muchas personas en el curso de la guerra. Estaba cansado de ser visto como una oportunidad o una herramienta. Él queria ser visto como si mismo, sólo Harry, una persona como cualquiera.

Un conejo no podía ser usado realmente. Si fuera un insecto o un ave podría haberse posado fuera de las ventanas como Skeeter, el espía perfecto. Si hubiera sido una serpiente podría deslizarse por corredores oscuros, pasar bajo las puertas sin ser notado, golpear con colmillos venenosos, ambos el perfecto espía y asesino.

Pero un conejo, un conejo era demasiado grande para pasar desapercibido, muy pequeño para ser intimidante y su mordida ni siquiera sería capaz de romper la piel. De hecho, lo único para lo que los conejos eran realmente buenos, era para acurrucarse. Y honestamente, ¿no era eso lo que Harry quería más que nada? ¿ser amado?

Un conejo tenía sentido por otra razón. Los conejos eran rápidos, y si había una cosa que Harry amara, era la velocidad. Correr como conejo no se parecía para nada a correr en su cuerpo humano. Como conejo, sus piernas traseras eran poderosas y amaban ser utilizadas. Lo propulsaban hacía adelante como nada que había conocido antes. Era mucho como volar – todo quedaba de lado hasta que no quedaba más que el aire fluyendo rapidamente y el sentimiento de regocijo puro.

Pero, contrario a volar, no había necesidad de una escoba, no necesitaba nada extra en absoluto. Era Harry y solamente Harry creando su paso frenético. Se sentía primitivo y apasionante, solo el y su cuerpo abriéndose paso en la noche.

Había una desventaja de ser un conejo, sin embargo, una muy crucial, que Harry aprendió en su cuarta noche corriendo en la ososcuridad como una cosa enloquecida. Los conejos eran la presa. Mientras correteaba al borde de la cabaña de Hagrid –  transformándose de regreso a su forma humana mientras lo hacía en caso de que no lograra estas bajo ella en tiempo – se maldijo a si mismo por olvidar que vivía en una escuela que no sólo estaba justo al lado de un bosque lleno de animales salvajes pero también poseía una lechuzeria.

He Was He And I Was Bunny || Drarry || TraducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora