Camille en Portsmouth

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Camille y yo ya saliamos de Greenroad St. cuando,timidamente le tendi el brazo,el cual miro con sorpresa y agarro comodamente.No os voy a mentir,me sentia todo un caballero y encima,me sentia genial con Camille al lado.

-¿Que te gustaria ver de Portsmouth?-pregunte,esta vez con soltura.

-Nada en particular,si te digo la verdad,Portsmouth no es tan bonita como la pintan,ademas,ya estoy cansada de andar.

''Madre mia...''pense para mi.

-Bueno,no pensaras lo mismo de nuestros cafes,te lo aseguro Camille-dije mientras miraba The Harbour Coffe. Un cafe de verdad,no como The Black Pearl.

-Entremos aqui-Dije señalando el cafe.

Abrí la puerta y Camille se quedó mirando el mostrador adornado con filigranas de plata. Había una gran lámpara colgando del centro de la estancia, cristaleras con estatuas de héroes griegos y,(al fin) camareros y encargados perfectamente vestidos.

Me acerque a la barra esperando que también pidiese algo para sí misma (no llevaba ni un chelín). Y como si me hubiese escuchado, fue hacia la barra y se dirigió al encargado.
-Buenas tardes,mi amigo y yo desearíamos tomar algo caliente¿qué tal un descafeinado? -dijo dirigiéndose a mi.

Le hice una seña a ella y al encargado de mi aprobación,entonces el encargado se metió en la cocina e instantes después apareció con una bandeja de plata con algunos grabados y encima de ella dos tazas llenas de café hasta los topes.
Me senté con ella junto a unos señores al lado nuestro, en las mesas que daban a la fachada de este magnífico bar.
Me sentía mal ,puesto que estaba en ese bar, el cual no había pisado nunca, estaba sin blanca y  por supuesto temía que se hiciese una mala idea de mí ya que no la avisé de esto. Como me estaba habituando hacer , acumule  valor para decirle la verdad.

- Camille he de confesarte que estoy  disfrutado un montón el poco tiempo que llevamos aquí pero no sabría seguir disfrutando de este si no te dijese que no llevo ni un níquel encima y  que tampoco he tenido en cuenta el tipo de lugar al que entrábamos.
Ella me miró sorprendida ,pero sin perder la compostura ,entonces fue cuando dijo:

-Bueno,no voy a enfadarme contigo por eso nada más conocerte,pero si hay algo que me moleste de ti y los ingleses en general  es que os resulta difícil hablar sin rodeos,quiero decir,sois demasiado finos y educados a la hora de comunicaros.Me resulta incomodo entenderos,no se si me explico.

- Perfectamente mi lady, entiendo  que nuestro estilo de comunicarnos ,me refiero al de los ingleses, es de lo más complejo a ojos de extranjeros. Fue entonces cuando me percate de que había cometido un error garrafal sí tenía en cuenta lo poco que conocia del carácter de Camille.
-Yo también estoy empezando a notar la arrogancia de los británicos.dijo ella, certera.
Paso un rato de profundo silencio hasta que se me deshizo el nudo el la garganta.

- perdón Camille he vuelto a no tener en cuenta otro factor ,en este caso tus sentimientos. A medida que nos vayamos conociendo empezarás a notar que a veces no pienso las cosas que digo y que se me puede malinterpretar.

Me daba la ligera impresión de que a ella le gustaba hacerse de rogar pero en ese momento no me importó aunque claro,la repetición de este comportamiento no me iba a sentar bien y en cualquier momento me podría enfadar y pasar a la ofensiva.

Mis sospechas se confirmaron al ver que asomaba una sonrisilla,me la había jugado. Entonces,involuntariamente ,me empecé a reír lo cual encadeno también la risa de Camille.Como odiaba esos momentos en los que quería aparentar algo ajeno a la felicidad y se me escapaba la risa,pero ya era demasiado tarde.Si se me ocurría la idea de aguantarla me haría quedar como un tontito.

- Anda vámonos que se está haciendo tarde, quiero que me acompañes a la puerta de mi casa ,me da miedo esta ciudad.

- y qué esperas tú de un flacucho como yo.

-Bah,pide la cuenta por favor.

Fui a pagar al encargado de barra con el dinero que me había dado Camille a escondidas y nos fuimos del bar a las 8:30p.m, entonces pusimos rumbo a Green Road Street otra vez. Si no recordaba mal ,ese día ,el 3 de noviembre de 1543 era fiesta local portomutense y a la gente no se le ocurría mejor idea que celebrarlo bebiendo, me nunca me gustó está conducta puesto que al día siguiente la ciudad siempre aparecía llena de mugre y de desechos (y encima el alcohol que se derrama en el suelo después de unos días se te pega la suela y es de lo más desagradable)

Ya estábamos a punto de llegar a su casa cuando de repente en una de las esquinas me pareció ver un borracho terminándose una botella de licor rojo. En efecto así lo es, estaba borracho como una cuba y para colmo estaba armado con una espada igual a la mía.

-!Ma-madre mía lo que le ha-haria a esa moza si la tuviese a mi alcance¡-dijo derramando la botella al suelo y acercándose a ella
Después de mirar este hombre con desprecio me gire hacia Camille la cual ya había acelerado el paso y se alejaba por la calle pero eso no puedo evitar que el borracho le pudiese alcanzar incluso agarrarla del hombro con fuerza y tironear de ella.
-Tu te vie-vienes conmi-migo !hip¡.
Ella se logró desprender de su brazo ya  que el hombre no controlaba sus sentidos para mantenerla agarrada, aunque sí para tirarla al suelo e intentar abalanzarse sobre ella.
Yo en en esos tiempos era un completo cobarde ,aunque en las situaciones límite podía llegar a reaccionar. Eso fue lo que hice.
Cogí  un poco de carrerilla y le empuje antes de que aplastase a mi acompañante.
La ayude a levantarse del suelo e intentar huir ,pero hombre a pesar de estar ebrio, consiguió levantarse y alargar su mano hacia la espada.
El inconfundible sonido de la hoja de su acero deslizándose por su vaina provoco en mi un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo.

Camille De OliveiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora