1. Welcome

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Un cálido ambiente me da de lleno en la cara tras salir del baño con una toalla, no recordaba que mudarse fuese tan agotador, aunque sólo me mudé una vez con mi madre y mi hermano dejando atrás todo el pasado.

Toronto era una ciudad increíble, recuerdo los buenos momentos que pasaba con mis amigos, hasta que me metí en la banda. Después de un tiempo decidieron mandarme aquí, a Miami. Odio la rutina, la monotonía, siento que me destruye, por eso decidí venirme sola. Aunque haya dejado a mis amigos y a mi familia atrás vale la pena. Necesitaba un cambio de aires desde que mataron a mi novia, la cual me metió en todo esto. Había un buen sueldo y eran muy buenas personas conmigo, aunque es un mundo de mierda, eso no se lo quita nadie.

Hoy es mi primer día en el sitio nuevo, estoy asustada porque solo conozco a un chico, y apenas hablé con él, no conozco a nadie y no se guiarme por aquí. Me buscaré la vida, como siempre. Me pongo mis vaqueros negros, un croptop de encaje y mis botas militares. Estoy lista tras echarme un poco de perfume. Salgo por la puerta de mi gran apartamento y busco mi todoterreno negro. Miro la dirección que me mandó Alex, pongo el GPS y arranco el coche.

Tardo unos cuarenta minutos en llegar, aparco y me bajo, viendo a Alex desde lejos. Me quito las gafas de sol y me acerco.

–Layla, tía, cuánto tiempo, ¿cómo estás?– pregunta. Sonrío al acordarme de lo hablador que es.

–Estoy bastante nerviosa–río– pero sobreviviré.

–Venga, que el jefe está a punto de llegar. Ah, por cierto, toma– Me tiende una especie de tarjeta, supongo que será para identificarme. En Toronto tenía un carnet, pero era un trozo de cartulina con una foto mia, bastante cutre comparado con esto. Llegamos a unas escaleras y subimos, Alex saca una llave bastante antigua y abre una puerta, esta chirría. Al abrirla me encuentro con dos chicos sentados en un sofá un poco desgastado, y otro en la cocina con una cerveza en la mano.

–Eh tíos, esta es Layla, la chica de Toronto. Sed majos y ella lo será con vosotros– Dice, y yo me río. Me pregunto por qué estará en esta mierda... ¿dinero quizás?

–Hola, yo soy Adam– me tiende la mano y se la doy, después se la lleva a la boca y da un suave beso, asqueada retiro la mano, ¿y este tío de qué va?

–Layla– contesto, seca.

–Eh Alex, ¿viene el jefe hoy?– pregunta un rubio –Ah y soy Phil, encantado.

–Sí, vendrá enseguida. ¿Alguien sabe dónde coño está Styles?– Justo en ese momento la puerta por la que entramos se abre de golpe, pero no me asusto. Otro chico, pienso. ¿Es que soy la única vagina aquí o qué?

–Se me ha jodido el puto coche hoy tío, no podría ser otro día, joder.– Se acerca a una nevera y coge una cerveza, después se sienta en el desgastado sofá. –Eh, eres la nueva, ¿no?– Pregunta, yo asiento.

–Sí, soy Layla–

–Styles.

Me quedo mirando un rato a estas personas. Adam está tecleando algo en el móvil mientras se ríe. Estúpido, pienso. Phil está leyendo el periódico y Alex y Styles están mirando la televisión. Decido coger una cerveza y me doy cuenta, el tal Styles lleva un ancla tatuada en la muñeca. ¿Qué cojones?

–Eh, Styles– me mira extrañado. Me desabrocho el pantalón y sonríe de lado. Tengo el mismo tatuaje que él. Se queda un poco sorprendido y decide acercarse a mi.

–Vaya, veo que tienes buen gusto para los tatuajes. Espero que lo tengas también para otras cosas– Nos reímos juntos y Alex se acerca a la ventana, cambia la cara de un segundo a otro.

–Eh guapa, súbete los putos pantalones que ya veo el coche del jefe.

Entra un hombre de unos cincuenta años, con gafas de sol, americana y pantalones de traje, una camisa granate y un reloj de oro. Tiene el pelo canoso, e impone bastante al verle por su altura. Igual es que yo soy muy bajita.

–Hola muchachos. Oh, y guapa, tú eres Layla Evans, ¿verdad?– dice quitándose las gafas y dejando ver sus oscuros ojos.

–Así es, encantada...

–Andrew, soy Andrew.– Me corta. Me tiende la mano y me saluda.

–Bien, empecemos. ¿Quién se encargará de la rata sucia de Brook?

–Puedo yo, jefe, será muy fácil.– dice Phil. ¿Hablan de matar?

–¿Tienes un arma, Layla?– Pregunta, yo niego, y entonces se levanta y se dirige hacia un escritorio, abre un cajón con llave y saca una.

–Acércate, querida, que no muerdo.– Río con él y eso hago, me explica como cargarla, limpiarla y descargarla. Me la guardo en la cinturilla del pantalón.

–Podrías ir con Phil para ver como funcionan las cosas en Miami. No le importará, ¿verdad?– Phil inmediatamente asiente, y Andrew sonríe.

–Bien, pues podéis iros. Styles, a mi despacho, ya.– En cuanto desaparecen por una habitación Alex se acerca a mi corriendo.

–Es mejor que os vayáis ya si no quieres escuchar como le da de hostias.

–Vamos, Layla, por favor– Dice Phil, y Adam sale con nosotros. Nos subimos en una camioneta y comenzamos a ir por una carretera desconocida hacia casa de ese tal Brook.

Undercover.| h.s |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora