— ¿Es posta esto? — Ignacio fruncía el ceño a medida que iba leyendo.
— No sé, fíjate vos si es su número, qué sé yo.
— Sí es ella, termina en 808.
— Igual no sé porqué te llame. — reí. — es tu ex, y él no llega ni a amigo mío.
— Me avisaste porque estás celosa. — dice dando una mini sonrisa ladeada.
— ¿Perdón? — arqueé la ceja inmediatamente.
— ¿cómo? ¿eh? Sí. Hay olor a celos. — dice creyéndose gracioso.
— Na. Sólo tengo celos de una persona.
Sonríe pícaro para luego ponerse frente a mi y tomarme el culo.
— ¿Ah sí? ¿y de quién? Si se puede saber, obviamente. — mordía su labio inferior y eso me encantaba.
— Uno de por ahí. — apretaba mi culo cada vez más fuerte.
— A mí también me dan celos de una persona.
— ¿Y de quién? — seguí su juego.
— Una de por ahí. — subí mis manos hasta rodear el cuello de mi acompañante. — Y esa piba, es mi diabla. — automáticamente nuestras bocas se juntaron y formamos un beso bastante apasionado.
El me llevaba caminando hacia atrás sin separarnos de ese beso.
Ni bien toqué el sillón con mi cuerpo me dejé llevar por Ignacio y minutos después ya estábamos en topa interior.
— Te quiero, diabla.
— Y yo, papi.