Capítulo 1: El comienzo de todo

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El incesante ruido se eleva por encima de los audífonos. Era una hora bastante ajetreada pero lastimosamente, justo en el momento en el que trafico de Brooklyn se volvía como el infierno, tenía que ir al trabajo en un restaurante que bien podrían cerrar por mala salubridad. «"Solo dos cuadras más, vamos."» Esa frase la repetía una y otra vez mientas intentaba que la skate se deslizará un poco más rápido. No quería volver a tener problemas con Katherine a causa de otro retraso, suficiente había tenido con la última vez cuando me descontó la mitad de la paga mínima que me daba. ¡Por los Dioses! Esa semana fue muy dura con tan sólo cien dólares encima y un montón de facturas sin pagar. Un suspiro de alivió se escapo de mis labios cuando llegué a la parte trasera del local. Michael, el gato que había adoptado involuntariamente, se hallaba recostado en el pedazo de tela que le había logrado robar a Gerald, el cocinero. Su cabeza se levanto de entre las patas y maullo al verme.

-Hola, Michael. -acaricié su cabeza escuchándolo ronronear. -¿Ami ya te dio de desayunar?

El gato me escudriñó con sus felinos ojos y por un momento pensé que iba a contestar y fuese lo que fuese a decir la melodiosa voz de Amanda lo interrumpió. Su larga melena rubia iba atada con una liga que mucho había resistido ya. Vestía el uniforme de camarera que nos obligaban a usar y me hizo pensar que mi único gran triunfo en este establecimiento fue el librarme de usar el trajesito de camarera luego de que un hombre asqueroso se atreviera a golpearme el trasero y yo articulara mi puño en su nariz. Sus ojos mieles me observaron con cariño y después se posaron en el gato.

-Ya le ha dado un poco de carne. -explicó mientras me hacia entrar y yo agitaba mi mano hacia Michael. -Tienes suerte de que pase tu tarjeta hace media hora, seguramente te regaña pero no te despedirá.

Le agradecí con una sonrisa aunque no sentía que me salvara más bien sentía que me estaba atando a permanecer por más tiempo en este lugar. Pero en el fondo le agradecía, en cerio lo hacía. El trabajo fue más frustrante que de costumbre y todas las personas que entraban parecían haber sido picada por el mosquito del mal humor pero era mejor que lidiar con hombres morbosos. Aun así intentaba conservar la calma pero uno que otro cliente recibió un par de palabras de mi extenso diccionario. Como si fuera poco, cuando Katherine apareció me llamó a su oficina comenzando a reclamar sobre mi incompetencia y mi falta de agradecimiento hacia ella por no haberme mandado a patadas. Sin embargo, su irritante voz, su perfume barato que olía peor que Michael y Gerald después de pasar cinco horas en la cocina con carne semi podrida, junto con sus amarillados dientes rodeados de sus labios rojo escarlata que me hacían tener arcadas me frustraban mucho, así que tan solo me dedicaba a fruncir mis cejas mientras intentaba disipar las ganas que tenía de vomitarle encima. Definitivamente este no fue un gran día y no mejoró cuando llegue a mi pequeño departamento; justo en la puerta había un aviso que me revolvió el estomago, mi furia junto con la vergüenza hacían que mis ojos picaran pero me retuve de llorar. El aviso rezaba así:

"Debido al retraso de tres meses en el pago de alquiler, le informamos que tiene 24 hrs. para desalojar el departamento.
En caso de no hacerlo nos veremos obligados a desalojarla con lujo de violencia.
Gracias y bien día."

Before You Go | Nico Di Angelo Y Tú |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora