Capítulo 2: Bisturí un arma letal

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Los recuerdos de las últimas veinticuatro horas bombardearon mi cabeza haciendo que una migraña se instalara en ella. Ahora me encontraría en el hospital, seguramente alguna persona se habría dado cuenta de mi cuerpo inconsciente tendido en la calle y habrá llamado al 911. Pero aunque quisiera creer aquello la verdad era que me estaba engañando. A diferencia a mis otras visitas a urgencias donde el olor a barbitúricos y medicamentos era insoportable, este lugar olía a galletas de chocolate, sin embargo, eso no era lo único extraño. Una vez que me acostumbre a la luz, mis ojos escudriñaron el lugar en que me encontraba. Había camillas por todas partes y uno que otro paciente tendidos en ellas, vestían trajes de gladiadores de la grecia antigua con todo y espadas. Todas mis alertas saltaron en el momento que mis ojos se posaron en el arma y recordé el sonido gutural de la criatura nocturna provocando que me levantará de un salto. Absolutamente todos los que se encontraban allí me observaron sin una pizca de miedo cuando entre mis temblorosas manos sostenía lo primero que ahí se encontraba. Su falta de reacción me puso los nervios de punta.

-¡¿Donde estoy?! -vocifere aturdida y temblando de miedo. -¡¿Quienes son ustedes?!

-Baja ese bisturí. -un chico de cabello castaño se dirigió a mi mientras se acomodaba en la camilla y me dedicaba una mirada burlona. -Te vas a hacer daño.

-Lo que me faltaba. -otro chico me dio una mirada molesta. -Una campista loca.

-¿Dónde estoy? -mis músculos se relajaron un poco pero aún así no deje de apuntarles con mi arma.

-En un lugar seguro. -el primer chico me dio una sonrisa ladeada pasando por detrás de su cabeza su brazo izquierdo.

-¿Que rayos significa eso? -fruncí mis cejas apuntándole esta vez a él.

-Conformate con saber que estas a salvo. -el tono de voz que usaba hizo que la ira me invadiera. -Pero habló en cerio, baja esa cosa.

¿Que se supone que debo hacer?

Mi cabeza no paraba de gritar «PELIGRO» pero mi cuerpo automáticamente se fue relajando conformé el ambiente de paz y tranquilidad me envolvían. Era tan extraño que me sintiera tan cómoda e identificada con este lugar que ni siquiera conocía pero era como revivir esas historias que mi padre solía contarme por las noches. Un punzante dolor me hizo soltar una queja y mis ojos se posaron en el vendaje de mi cintura.

-Has abierto la herida.

-No me digas. -el sarcasmo en mi voz le saco una sonrisa.

-¡Hey, Solace! -miró por un pasillo a la espera de alguien. -Malditos hijos de Apolo, nunca están cuando se les necesita. -farfulló después de esperar unos minutos y que nadie apareciera.

-Dudo que salga de ahí pronto. -comentó una tercera chica que apenas había notado pues estaba durmiendo. -Hace rato entro el chico sombra y bueno... ya te imaginarás.

-¿Es que no saben que esto es una enfermería y no un motel?

-Mira quien fue hablar. -el segundo chico miro a su compañero de enfrente y este se limitó a fulminarle con la mirada.

-Será mejor que te sientes, te llevará tiempo esperar a que salga. -la chica se levantó despacio y tomo su arma.

-No estas herida. -el chico número dos le miro confundido.

-Es un buen lugar para descansar. -se encogió de hombros. -Nadie viene aquí a molestar.

Con eso último salió de aquí ajustando el arma en la funda de su cintura. El dolor me obligo a tomar asiento en la camilla y observe que el vendaje comenzaba a colorearse de rojo. Más que doler ardía como el infierno.

Before You Go | Nico Di Angelo Y Tú |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora