XXI

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Paul baja de su despacho y lo primero que hace es saludar a Sam quien está detrás de la caja administradora

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Paul baja de su despacho y lo primero que hace es saludar a Sam quien está detrás de la caja administradora. En estos días todos le han tomado aprecio a Sam y he dejado claro que es mía.

Joder se siente bien decirlo.

Dejo de hacer lo que he estado haciendo cuando mi jefe camina hacia mí con las manos cruzadas. Sus orbes me inspeccionan y luego me da la espalda para observar a su nieta quien alegremente le sonríe a la dueña de un 4 x4 blanco que acabé de reparar hace una hora.

- Le va bien – comenta el jefe

- Si, le gusta a la gente

- Y de gente te refieres a la larga fila de tíos pringados en espera de hablar con la administradora para arreglar sus carros pijos – dice y señala a los tíos con casaca de cuero esperando

Hubo un problema de todo esto.

La endemoniada belleza de Sam.

Hemos tenido muchos clientes esta semana, y el taller ha estado funcionando mejor que antes, pero no puedo evitar ponerme celoso cuando muchos de los tíos que vienen para "arreglar su auto" coquetean descaradamente con la pelirroja. Pero que puedo hacerle. No somos nada, bueno comenzamos a ser algo, pero aun no le propongo ser mi novia así que no le puedo reclamar mía en todos los sentidos.

- Quiero que Sam sepa que soy su abuelo, me es difícil tratarla como empleada cuando la sangre nos une, cuando sé que es mi nieta

- ¿Qué quieres que haga?

- Decirle – contesta obvio y yo ruedo los ojos. Siempre directo

Me cruzo de brazos y miro de reojo a la pelirroja que ahora habla secamente con el tío rubio que siempre viene a arreglar su moto.

- Vale se lo diré pero a su debido tiempo – le respondo

- No soy una persona paciente – me recuerda y yo sonrío. El me abraza de los hombros y me atrae a él tirándome un puñete suave en el brazo. Y estallamos de risa – anda y evita que esos cabrones se acerquen a mi nieta

Me sonríe.

Le doy la espalda y me encamino a la pelirroja. Hoy se ha puesto un vestido floreado muy sexi, sus pechos resaltan por el escote y su cabello lo lleva en un moño alto. Deja mucha piel expuesta. Hoy ha salido el sol y es un día demasiado brilloso, en Filloville solemos esperar la lluvia.

Sam me mira y sus ojos brillan como los míos. Joder esta hermosa.

Me recuesto en la mesa y la miro a los ojos después de besarla a los labios dejando en claro a todos los tipos que la chica ya tiene chico.

- Estas hermosa

- Me lo has dicho por lo menos diez veces desde que me viste – ríe y finge estar molesta – hoy estaba pensando en muchas cosas- dice y tira unos papeles en el cesto de basura que tiene al lado. La miro curioso pero ella no se da cuenta - la primera vez que nos conocimos ¿Por qué me llamaste Rapunzel?

Y los recuerdos se hacen presentes...

Me detengo al sentir impactar contra algo.

- ¡Mierda! – grita alguien y mi curiosidad crece

Me bajo de mi Harley quitándome el casco.

Observo al espécimen que tengo en frente y le recorro todo el cuerpo. Pelirroja, ojos verdes, lindo cuerpo.

Un gran partido.

Me acerco a ella y me pongo de cuclillas no sin antes mirar el objeto que he derribado me doy cuenta que es una silla de ruedas.

Miro a la pelirroja.

- Ese no es lenguaje de una niña paralitica – me burlo y ella intenta golpearme – vale, lo siento lo de tu transporte – me disculpo pero no obstante me vuelvo a reír causando el ceño fruncido de la joven

- Primero, imbécil, no soy paralitica solo no puedo mover las piernas – me contesta enoja – y segundo no tengo forma de irme a mi casa sin mi "transporte" – bufa haciendo comillas con los dedos

- Bueno – me levanto y me pongo las manos a la cadera.

Sinceramente no sé qué hacer. Nunca estuve en una situación familiar y la chica sí que es sexi pero como hacerle con su carácter de mierda. Joder ahora estaría en un lugar mejor, que incluye una cama y una ventana enorme que deja ver casi todo el campo.

- Creo que no tengo de otra que llevarte – digo.

Dio que mal castigo.

Pero se niega rápidamente, y como si quisiera darme la contra o probar algo se vuelve a arrastrar hacia su silla dejándome parado.

Miro al cielo buscando una explicación del obstáculo inmóvil frente a mí y convenciéndome finalmente de algo me acerco a ella en medida que avanza. La cargo al estilo princesa, bueno parece una princesa ¿Cuál sería? ¿Mérida? ¿Ariel? ¿Cenicienta?

Ella se sobresalta y mira al suelo para luego mirarme a mí. Sus ojos son maravillosos.

- ¿No quieres mi ayuda? - le pregunto haciendo caso omiso a lo que siento

- No la quiero – musita

La suelto.

- Imbécil ten cuidado – me espeta y yo me aparto de risa al ver su entrecejo fruncido

La observo en el suelo y el césped tan verde como sus orbes, no puedo evitar mirarle las piernas. Son largas y esbeltas, nada mal para ser una inválida.

- Me gustan tus piernas – confieso mordiéndome el labio

- ¿Se supone que es un chiste?

- No, en realidad me gustan tus piernas – digo y ella me mira en rastro de yo que sé – son...sexis

- Hombres – rueda los ojos y extiende los brazos hacia mí – vale, lo siento. ¿Me puedes ayudar?

La miro con picardía y me acerco pero obstante me detengo muy cerca para joderla.

- ¿La palabra mágica? –pregunto y muestro los dientes

- Por favor – responde irritada

Sonrío satisfecho y la vuelvo alzar pero esta vez la coloco en mi hombro como hombre agricultor después de sembrar papas.

- Tu silla esta echa una mierda – comento intentando sonar amable

- Mierda. Fue tu culpa....

¡Ya sé que princesa!

La llamaría Ariel por el simple hecho de que es pelirroja al igual que la sirena, pero prefiero algo que vaya con su actitud y el hecho que verle los pies me recuerda a la rubia de largo cabello que yacía en una torre.

Si Rapunzel será.

- Tranquila Ranpuzel –enarca una ceja curiosa y me vuelvo a reír – vamos te llevare en mi moto

No volveré a llamarla así.

La mera mención de esa princesa me recuerda a Lily. Y la chica invalida que acabo de rescatar no se parece nada a ella. Más bien, tiene pinta de traer problemas. Yo no quiero problemas.

Sonrió para mis adentros.

- Pues bien me hacía gracia tu actitud y el hecho que no podías mover las piernas. Me recordó que Rapunzel no usaba zapatos – admito y cuando me esperaba un golpe; por cosa del destino; recibo una risa, una sincera y honesta risa

- Joder eres un capullo

- Lo era, amor – digo e inmediatamente ambos abrimos los ojos como platos al escucharme decir ese apelativo. 

INMÓVIL: dejarías tu vida por mi [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora