Querida Niebla...

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Esta es la historia de cómo unos jóvenes pasaron de ser unos chicos normales a ser los héroes del universo. Hola, yo soy Daren, uno de los protagonistas de esta historia, un chico bastante decidido pero a la vez un tanto torpe a la hora de tomar decisiones, mi pelo es negro y largo como una melena. Mis ojos son marrones oscuros y no soy muy fuerte pero no me hace falta porque normalmente no me suelo meter en peleas, me encantan los videojuegos y suelo quedar con mis amigos casi todos los días. Era una mañana de invierno donde el frío se hacía notar y los jóvenes preferían jugar con la nieve a ir al instituto. En un piso normal y corriente me encontraba yo, durmiendo plácidamente, disfrutando de la placidez del sueño, pero oí la voz de mi madre diciendo que me levantara, di un par de vueltas sobre la cama mientras decía:

-Hijo, vas a llegar tarde al instituto, será mejor que te vayas levantando.

A duras penas, incorporé la cabeza para poder ver el móvil, encendí la pantalla y al verla, pegué un salto de la cama y me vestí cogiendo lo primero que vi del armario, la verdad es que no iba muy arreglado, como siempre, yo solía ir despeinado a todos sitios y me daba igual si mi ropa no iba a juego. Fui al salón y me tomé el desayuno a una velocidad voraz, que hasta mi madre, preocupada, me dijo:

-Daren, si no llegas a tiempo, falta a primera si quieres pero desayuna tranquilo.

Le miré seriamente y le dije:

-Mamá, hoy tengo un examen súper importante, no puedo faltar pase lo que pase.

Una vez terminé el desayuno, me despedí de mi madre, cogí la mochila y salí corriendo calle abajo hacia el instituto. Por si no era poco, llegaba tarde para recoger a Thaspi y seguramente iba a cabrearse. Thaspi es una persona bastante... Cómo decirlo, bastante agresiva pero a la vez muy respetuosa con la gente que le interesaba, su pelo era castaño y corto, le encantaba escuchar música, quedar cuando le aptecía y salir de fiesta por las noches.

Iba llegando ya adonde quedamos cuando me percaté de que estaba el cielo nublado y empecé a dudar de que empezaría a llover, así que me puse la capucha de la sudadera morada que llevaba y salí corriendo. En cuanto llegué, como era de esperar, estaba Thaspi esperándome con una cara de decepción, en cuanto estuve a su lado me dijo:

-Si llegamos tarde será tu culpa que lo sepas, además hoy tienes tu examen y vas bastante tarde.

Le dije exhausto mientras bajábamos:

-Lo sé, lo sé, no hace falta que me lo recuerdes. Por cierto, ¿no tienes nada para refugiarte de la lluvia?

Negó con la cabeza y seguimos camino al instituto hablando de lo que hicimos el fin de semana. Cuando estábamos apunto de llegar, me percaté que una niebla muy densa se estaba acercando por detrás nuestra así que le dije a Thaspi:

-Será mejor que nos apresuremos o no veremos nada cuando lleguemos.

Thaspi empezó a correr sin esperarme así que tuve que correr a su ritmo. Cuando llegamos a clase, eché un vistazo a la carretera y no conseguí ver nada, la niebla ya había cubierto la ciudad. Me despedí de él, ya que íbamos a clases diferentes, rápidamente subí a mi clase y entré justo a tiempo para poder hacerlo. El profesor estaba ya repartiendo los exámenes así que me senté corriendo en mi asiento y esperé a que me diera el examen, necesitaba aprobarlo o sino no pasaría la asignatura. Estaba tan concentrado que perdí la noción del tiempo pero volví cuando el profesor nos dijo:

-Va siendo hora de entregar los exámenes, no olvidéis poner los nombres.

Me levanté satisfecho con el examen que había hecho, iba a entregárselo al profesor cuando resonó algo afuera del instituto. Todos sin pensarlo fueron a ver que era aunque la niebla bloquease el campo de visión. Yo me acerqué lentamente también, cuando me percaté, que entre la niebla se podía divisar una especie de cometa morado descendiendo a gran velocidad. Lo primero que pensaría todo el mundo es que se iría destrozando por la atmósfera pero vimos que seguía acercándose más y más. El terror empezó a inundar a todos, incluyéndome a mi mismo. salimos corriendo por el pasillo y vimos que el resto de las clases también habían entrado en pánico. Nadie entendía nada, pero yo salí corriendo en busca de Thaspi que me lo encontré saliendo del baño y me preguntó bastante confuso:

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