No hay un buen final sin una buena carta

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Capítulo largo, zykzy.~


Lo único que se podía oír era el constante golpeteo de los ligeros tacones de sus zapatos escolares, caminaba de un lado a otro, iba y volvía, en un simple y claro gesto de los nervios que ahora dominaban sus movimientos.

Dió vuelta confirmando la hora, sólo había transcurrido un minuto desde la última vez que había visto aquel grisáceo reloj de pared.

Su vida ahora se encontraba en manos de otra persona, tal vez no tan explícitamente, pero así lo sentía.

Tomó asiento en el mullido y elegante sofá de cuero rosa que se encontraba en medio de la sala de estar en donde se hallaba. Vernon a su lado le veía con compasión.

—¿ya pasaste por esto antes?—preguntó el castaño en cuánto el menor se sentó a su lado para darle suaves y comprensivas palmaditas a su espalda.

—No te mentiré, es difícil y me tomó desprevenido, pero puedes estar tranquilo. Todo estará bien, ellos saben lo que hacen—Le animó su menor con una sonrisa conciliadora. Él le correspondió más calmado aquella reconfortante expresión.

De pronto, e interrumpiendo la pequeña burbuja utópica de ambos americanos, se oyó el rechinar de una puerta y por está apareció Seungkwan con una expresión seria, los otros dos temieron internamente.

—Se te requiere adentro, Hong, así se podrá tomar una decisión final—Dijo el isleño, parándose a unos cuántos pasos del dúo, con las manos tras la espalda en una pose militar.

Vernon y Joshua se levantaron, el último soltó todo el aire que retenían sus pulmones en un largo suspiros, y así ambos jóvenes se dirigieron a la puerta por donde había salido el coreano, hasta que este mismo detuvo al menor de todos.

—Lo siento, Vernonie, pero esto es algo que debe hacer él solo—Le susurro lo suficientemente fuerte como para que todos los presentes escucharán sus palabras.

Vernon le miro, preguntándole con la mirada si iba a estar bien con ello, y él con una pequeña sonrisa asintió.

Seungkwan acompañó a Joshua hasta aquella bien decoraba habitación, en cuánto ambos habían entrado la puerta tras ellos fue cerrada y el castaño fue obligado a tomar asiento en medio de la pieza.

Frente a él se encontraban tres desconocidos chicos; uno de ellos, de baja estatura, ojos grandes y cabello castaño corto, leía tranquilamente una revista cualquiera más al verlo mirarle levantó su vista y le miró unos segundos antes de retomar su lectura.

El segundo parecía de su edad, quizás mayor, su rostro era como el de un cachorrito y mantenía una amable sonrisa en su rostro. Se veía hiperactivo, su cabello consistía en mechones azabaches con mechas rojizas, no era tan alto pero lucia como alguien agradable.

El tercer y último joven, se hallaba sentado en una silla justo frente a él, examinándolo detalladamente con la mirada, su rostro serio y ojos entrecerrados le hacían sentir pequeño. Su apariencia era delicada y elegante, piel de porcelana, labios ligeramente gruesos y cabello de un tono negro tan oscuro que parecía llegar a los colores azulados.

El azabache frente a él sonrió de lado, asustándolo, para mirar al isleño, quien no se había movido de la puerta hasta entonces.

—Si—afirmo el azabache a Seungkwan y este sonrió.

—¿qué? ¿qué pasó?—cuestionó confundido mirando a todos los presentes.

—Antes que nada, déjame y los presento—el de mejillas regordetas se posicionó a su costado y señaló al azabache frente a ellos— Él es Seokjin--…

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