Do KyungSoo tiene que ganar o ganar dinero, no tiene otra opción, y eso significa hacer cualquier cosa, incluso si tiene que buscar un fantasma del pasado, un tal Kim JongIn y llamarlo papá. Un plan bastante descabellado que se convertirá en su gr...
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Si me pierdo a mí mismo esta noche, será a tu lado.
If I Lose Myself - One Republic.
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—Lo perdiste todo, imbécil.
—Ya dije que te callaras la puta boca. —KyungSoo frunció el ceño, mientras mostraba el dedo del medio hacia la cámara de su computadora.
—Te advertí que en situaciones como estas, te mantuvieras a raya, que tu mejor opción siempre sería retirarte. —Su tono de voz elevado contrarrestaba con su rostro sereno casi sin emoción aparente.
—Métete tu sermón por el culo, Oh SeHun. —Llevó sus manos hacia la parte posterior de su cabeza en un intento para calmarse—. Déjame pensar en mis opciones.
SeHun ignorando el pedido de su amigo, siguió con lo que tenía que decirle:
—Pero como alguien es demasiado petulante. —Señaló directamente hacia la pantalla, al rostro enfurecido de KyungSoo—. Desobedeció la primera regla que le enseñó su maestro, es decir yo ―agregó mascullando esto último—. ¡Nunca juegues por más dinero del que te puedas permitir perder!
—Te advertí que ya pararas —sentenció.
A lo que el otro rio y dio un giro en su silla, antes de poner nuevamente su cara de póker, con su mirada directamente hacia la cámara de su computadora.
—Escúchame por esta vez mocoso de mierda, si vuelves a... —Pero su advertencia fue interrumpida cuando el otro hombre cortó la videollamada y quedaba fuera de línea—. Maldito, Do KyungSoo —murmuró SeHun hacia la pantalla en blanco con sus manos sobre el puente de su nariz.
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Al otro lado de la pantalla, KyungSoo se encontraba en la silla de su escritorio, con sus piernas flexionadas hacia su pecho, y la mirada perdida en la pared blanca de su habitación. Había sido bastante estúpido y orgulloso. En otra situación podría haber pensado mejor su estrategia, pero su desesperación por el dinero, lo había hecho cometer errores de novatos, lo que a su vez lo hacía peligrar su estatus de jugador semi-profesional en las plataformas en línea.
No se sorprendió cuando la puerta de su habitación, al cabo de unos minutos, se abrió de repente y un agitado sensei entró, tumbándose boca abajo sobre su cama. Un grito de frustración salió de los labios de su maestro Oh.
