Do KyungSoo tiene que ganar o ganar dinero, no tiene otra opción, y eso significa hacer cualquier cosa, incluso si tiene que buscar un fantasma del pasado, un tal Kim JongIn y llamarlo papá. Un plan bastante descabellado que se convertirá en su gr...
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/Pelear por ti es todo lo que he conocido, así que ven a casa/.
Do KyungSoo
En el reflejo de la ventana de un lujoso carro, KyungSoo se encontraba chequeando su imagen, desde los converses negros, sus jeans desgastados que le quedaba un poco grandes, su camiseta rosada estampada con un par de conejitos sonriendo tiernamente —demasiado lindo para su personalidad— hasta su cabello castaño oscuro el cual estaba peinado desordenadamente hacia abajo, casi tapando sus grandes ojos; por último, pellizcó sus mejillas y labios en forma de corazón, a fin de que estuvieran levemente enrojecidos. Tomó todas las medidas necesarias para lucir como un inocente y desorientado crío de 17 años; cuatro años menos de los que en realidad tenía.
Sumergido en su personaje, se adelantó hacia la casa que según su investigación, pertenecía al exitoso empresario Kim JongIn junto a su esposa Bae Irene. Era las cuatro de la tarde, sabía que en esa casa solo estaría ella; justo lo que necesitaba para empezar su plan. Respiró profundo y tocó el timbre.
Un par de segundos después la puerta fue abierta por una mujer de cabello largo y lacio "realmente es muy bella" pensó el joven, cuando desvió por un momento su mirada del piso hacia el rostro que lo atendía.
—Yo...busco al señor Kim JongIn —leyó titubeando el nombre de esa persona escrito en una nota, mantenía su mirada sobre sus zapatos, con sus hombros ligeramente encorvados.
—Dime en que te puedo ayudar —respondió un tanto quisquillosa, ignorando la pregunta inicial.
KyungSoo tomó ese momento para mirar directamente a los ojos de la mujer quien sostenía fuertemente la puerta, levemente tensa ante la extraña situación. Sonrió para sus adentros y con el tono de voz más dulce y seguro que tenía, soltó la bomba.
—Soy KyungSoo y Kim JongIn es mi padre. —Pudo ver como ella se movía unos pasos hacia atrás, rechinando sus tacones de aguja sobre el piso de mármol, mientras sus ojos lo seguían inspeccionando de arriba hacia abajo.
—Lo siento, creo no escuché bien. —Fue lo único que se atrevió a decir.
KyungSoo posicionó sus manos sobre los bolsillos de sus jeans y habló nuevamente esta vez en voz baja.
—Perdón, debo estar equivocado. Me disculpo. —se excusó para luego marcharse lentamente con sus hombros encogidos. Pero fue detenido por la mujer; antes de girarse sobre sus talones, una sonrisa traviesa recorrió sus labios en forma de corazón.
