Capitulo N° 6: "Un ojo negro"

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El laboratorio estaba en lo alto de una colina casi llegando a la costa.

Allí se dirigieron lo más rápido que pudieron.

 

 

Un astrónomo viejo, alto y un poco loco, vivía observando las estrellas y anunciando el fin del mundo día por medio.

 

 

 

Llegaron golpearon la puerta. “oh el fin del mundo...” se escuchó como respuesta, pero nadie les abrió.

 

 

 

Ali, ¿puedes llegar hasta esa ventana del primer piso, para ver si podemos entrar?, le preguntó Matías y ella vestida de gatita trepó por la enredadera hasta la ventana.

 

 

 

Miau, dijo y rasco el vidrio. Un hombre con guardapolvo blanco y el cabello alborotado le dejó entrar.

 

 

Al cabo de un rato que a Matías le parecieron horas, Ali abrió tranquilamente la puerta principal.

¿Qué ha pasado?

El astrónomo yacía en el sillón.

Solo está durmiendo un poco. Contestó Ali muy sonriente y dando saltitos comenzó a recorrer el lugar.

 

 

 

Piedritas… piedritas... llamaba.

 

¿Crees que te responderá?, preguntó   tímidamente Matías.

Lo dudaba pero con Ali todo podría suceder, incluso que hablara con las piedras.

 

 

Ésta vez fue Matías quien encontró el ojo negro. Era del tamaño de una bolita, estaba sujeto a lo que parecía una extraña maquina que giraba lenta pero sin pausa.

 

 

En apariencia no hacía nada, pero en una placa decía “equilibradora de eclipses”.

 

  

Ali Ali, lo encontré.

Oh! qué bonito, ¿puedo? pregunto y estiró la mano para tomarlo.

 

Cuando todo la piedra los ojos de la niña se volvieron negros por un segundo.

 

 

 

 

 

Pero a Matías no le importaba, ya tenía lo que buscaba.

 

 

 

 

Amadeo el astrónomo o Amadeo el loco, el estrellado, Amadeo y el fin del mundo.

Así era como lo llamaba el pueblo.

 

 

Pero lo que nadie sabía era que Amadeo era el guardián de los eclipses.

 

 

El ojo negro en el equilibrador protegía al mundo de un eclipse sin fin que provocaría en verdad el fin del mundo. 

Matías y el soldadito de plomoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora