Capitulo N° 5: "La colección"

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Las Luces de la feria iluminaban la costa.

Faltaba al menos una hora para el amanecer.

Lo había logrado.

 

 

Ali no quiso acompañarlo, por alguna razón que no comprendía, no le gustaban las ferias.

 

 

En la carpa, Selena observaba su colección con avaricia y saboreaba sus planes.

Indiecitos y vaqueros, mañecos de peluche, bailarinas en sus cajitas de música, caballitos de madera, títeres y marionetas, mañecas de trapo, animalitos de granja, entre muchos, posaban inertes en los estantes de la bruja.

 

 

En su colección, solo faltaba un soldadito de plomo.

Era muy raro para él pero se sentía feliz. Se paro frente a Selena con sus tres reinas en sus manos, ni siquiera vio la colección, para él, no importaba nada más que recibir la siguiente prueba.

  

 

 

Tres pruebas deberás realizas la primera ha sido cumplida ahora:

Tres ojos de vidrio deberás encontrar,

El primero observa la oscuridad de la noche sin estrellas,

El segundo observa el mar silencioso y tranquilo,

Y el tercero observa la esperanza de los niños mientras duermen.

 

 

 

 

Lo primero que debía resolver era a que tres cosas se referían el acertijo, luego vería como conseguirlos.

 

 

 

 

Esto sí que era difícil. Ojos de vidrio, ojos de vidrio, pensaba e intentaba recordar si en algún libro había algo parecido.

 

 

 

De camino al hogar pasó por un puesto de diarios y sin querer leyó el titular de la primera plana. “El ojo de tigre se exhibirá en el museo de esta localidad costera”, continuó leyendo, un ámbar de extraordinario tamaño nunca visto, más conocido como ojo de tigre por su raro color…

 

 

 

Si claro, piedras!!!

Corrió lo más rápido que pudo a las rosas para contarle todo a Ali, pero a quien encontró en su habitación fue a la directora.

 

 

 

Su arrugada cara reflejaba un odio inmenso.

No fue necesario que dijera nada. Se abalanzó sobre él y sujetándolo fuertemente del brazo lo arrastró hacia el peor lugar.

El agujero.

 

 

 

Un pozo de agua viejo en la mitad del jardín, eso es lo que le esperaba a todo niño que era atrapado por la directora.

 

 

Tenía varios metros de profundidad. Al caer se lastimó un tobillo y se quebró un dedo intentando escalar.  Así que se sentó en el fondo del barro, cansado y dolorido, pero aun así, no le importó.

 

 

 

 

Cuando Ali se asomó al pozo hacia horás que ya estaba allí. La niña alzó sus brazos al cielo y de la espalda le crecieron unas enormes alas de mariposa de todos los colores y bajó volando hasta llegar a Matías.

 

   

 

El niño dormía, lo levantó como pudo y lo sacó rápido del pozo.

Lo recostó en un árbol y le curó las heridas mágicamente, pero lo dejó dormir unas horas más.

 

 

 

Al despertar estaba seco y la pierna y el dedo ya no le dolían.

Miró el reloj, ya eran las dos de la tarde. Había perdido más de medio día y no había encontrado ningún ojo para la bruja.

 

 

Ali estaba sentada a su lado muy sonriente. Ya estás bien, dijo. Te he curado. Ahora podemos ir a jugar con más flores.

 

 

No eres un hada, eres un ángel, gracias, dijo Matías.

 

 

Ya no vamos a jugar con flores, hoy tenemos que encontrar tres piedras y creo que ya sé donde esta la primera.

Matías y el soldadito de plomoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora