Capítulo N° 7: "Azul cristalino"

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El azul cristalino yacía en un rostro de arena en el fondo del mar.

El continuo danzar del agua hacía parecer que el zafiro fuera un ojo y hasta pestañara a su compás.

“Observa el mar…” repetía Matías una y otra vez, desde que salieron del observatorio de Amadeo.

“Observa el mar...” y ahora frente a él, recordó que la frase completa era “observa el mar silencioso”.

El problema esta vez era que el mar nunca estaba en silencio. Las olas hacían mucho ruido al estrellarse contra los acantilados de la costa por la noche, cuando la marea es alta.

Y por la mañana las gaviotas hacían tanto estruendo que en ocasiones no se podía ni hablar en la playa.

-¿Cuándo es silencioso el mar?

Ali, sentadita junto a él con los bracitos sujetando las rodillas que apoyaban en sus mejillas, tímidamente contestó con otra pregunta.

-¿Cuando uno se queda sordo?

A simple vista parecía una típica pregunta ingenua de una niña de cuatro años, pero Ali era más que una niña de cuatro años y sus preguntas siempre escondían algo importante para ayudar a Matías.

Así era, Matías ya se estaba acostumbrando a eso y la pregunta le hizo abrir los ojos de par en par.

Uno parece quedarse sordo cuando está sumergido en el mar.

  

Bajo el mar, Ali eres genial, ¿Cuando lo supiste?

Con una amplia sonrisa en su rostro y sus mejillas sonrosadas, señalo hacia unas rocas que sobresalían del mar.

Me lo dijo la sirena, contestó.

¿La qué?, ¿Donde? ¿Cómo?

Un hada ya esta, pero ahora también sirenas.

La mente de Matías tenía que procesar toda esta información en un abrir y cerrar de ojos, no tenía tiempo y él lo sabía. Su reloj y el sol marcaban el atardecer.

  

Bien, dijo y resuelto a zanjar el asunto, se quito las zapatillas y se dirigió al agua donde lo esperaba la sirena sentada en la roca. Obviamente mirándose a un espejo y cepillándose su rubia y larga cabellera ondulada.

Mirar a los ojos a una sirena puede cambiar tu vida para bien o para mal. Pero Matías decidió que no quería cambiar nada. Así que se sentó en la roca dándole la espalda y comenzó a hacer una pregunta tras otra. Pero la sirena no contestó ninguna.

Desesperado miro a Ali en la playa buscando una solución, un poquito de su ayuda mágica.

La niña rápidamente se lanzó al agua convirtiéndose de inmediato en una hermosísima cría de delfín.

Luego de una breve charla, la sirena presto a Matías su espejo, con el cual podría reflejar la luz en el fondo del mar y encontrar fácilmente el ojo azul. Pero también le dice una advertencia.

El ojo azul es el guardián de la mareas si no lo devuelves antes del próximo eclipse, las olas crecerán y crecerán hasta tragarse el mar por completo el pueblo.

Matías hizo oídos sordos a la advertencia porque simplemente no le importaba.

Ali creó una burbuja de aire que rodea por completo la cabeza de Matías para que pudiera respirar y con su ayuda, vestida de delfín, juntos recorrieron el fondo del mar.

La búsqueda llevaba varias horas, pero al fin entrada la noche el reflejo de la luna casi llena, rebotó en el fondo de arena dando la ubicación del ojo azul y los niños pudieran salir al fin del agua.

Solo faltaba una piedra y los niños con más esperanza eran siempre los más solos y estos se encontraban en un lugar bien conocido por Matías.

Matías y el soldadito de plomoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora