La fiesta: el baño.

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Aquel grito llegó hasta la última esquina de la casa. Después, el sonido de algo metálico caer al suelo terminó haciendo volver la cabeza a los que aún no lo habían hecho. Ante los ojos de todos Rachel Benks, la chica 10 del instituto, la reina de cualquier lugar en el que pusiese los pies, tropezó con la papelera que acaba de volcar en su carrera desesperada por alejarse del baño al que parecía haber entrado. Una de sus amigas la ayudó a levantarse, y la rubia se aferró a ella mientras lloraba. Pero no era un llanto cualquiera; parecía deseosa de que un agujero se abriese en el suelo y se la tragase en el momento. Detrás de ella salieron a toda prisa otras dos personas. Aunque parecía imposible, el silencio fue total durante una décima de segundo.

Shane Benks y Landon Tiesper, el hermano y el novio de la chica, se quedaron congelados delante de todo el mundo. Rachel se volvió hacia ellos y volvió a gritar, como si fuese un animal herido. Su amiga la soltó, sin saber muy bien qué hacer. La situación era surrealista: los dos chicos contra la rubia. Ellos medio desvestidos, con la camisa y los pantalones desabrochados, y ella despeinada y con el maquillaje corrido. Nadie se atrevía a decir nada, se dedicaban a observar en primera fila aquel escándalo y a disfrutarlo, en cierta manera.

¿Quién podría haber imaginado aquello?

Landon fue el primero en intentar hacer algo, a pesar de que no fue capaz de moverse.

— Rach, por favor... deja que te lo explique...

— ¡Que me lo expliques! ¿¡Qué me vas a explicar, Landon!?

— Rachel, por favor... cálmate, por favor. Vamos fuera.

— ¡No me digas que me calme! ¡Joder, es que me cago en la puta!

La chica se quitó los zapatos y se los tiró a ambos sin darle a ninguno. Se giró furiosa y empezó a apartar a la gente a empujones, dispuesta a marcharse de allí. Shane entonces reaccionó y se lanzó tras ella. La sujetó del brazo para detenerla, pero las muchacha se volvió y se deshizo de su mano con un movimiento brusco y seco.

  — ¡No me toques!

Landon se unió a los dos hermanos. Shane parecía a punto de echarse a llorar mientras que Rachel tenía la cara roja y podría haberse envuelto en llamas si hubiese tenido esa capacidad.

— Ray, por favor, escúchame.

— ¡No tengo nada que escuchar! ¿¡Que coño quiere contarme, Landon!? ¿¡Que te follas a mi hermano!? ¿¡O el tiempo que lleváis haciéndolo y usándome como tapadera!? ¡Por que no quiero saberlo, no quiero saber nada ahora mismo!

Se desató el caos. La gente empezó a hablar, a gritar, a empujarse. Alguien hizo una foto, probablemente hubiese varias personas grabando la situación. El drama de otra persona es como la luz para los mosquitos; nadie puede apartar los ojos de él, ni perdérselo, ni dejar que otros se lo pierdan. Shane lloraba y Rachel lloraba y Landon no sabía a quién consolar o si debía consolar a alguien.

  — Rachel, lo siento, lo siento. No sabíamos como contártelo, yo quería hacerlo pero no sabía cómo...— Shane intentaba tocar a su hermana, pero ella lo apartaba y daba pasos hacia atrás, intentando conseguir la mayor distancia posible.

— ¿Que no sabías cómo? Soy tu hermana, tu jodida hermana, Shane. Nos lo hemos contado todo siempre, joder. Es que no me cabe en la puta cabeza que me hayáis hecho esto.

— Era una situación muy complicada, Rachel. Al principio ni siquiera sabíamos como contárnosla a nosotros.

  — No me cuentes tus putos problemas, Landon. ¿No sabíais cómo etiquetarlo? De puta madre. Pero podrías haber roto conmigo antes de... antes de...

Ravel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora