No había muchas cosas que un niño de su edad pudiera hacer para su novio en aquella época. Y si las había, pedía con desesperación una recomendación.
Al cine, como había visto en películas, no podrían ir solos. Además a él no le gustaba estar a oscuras y Magnus, inquieto y poco centrado, comenzaba a molestar a las personas tirándoles palomitas que se encontraba en el suelo-ya que no quería gastar las suyas-.
No sabía mucho de lo que los adultos hacían o deberían hacer con sus parejas en la fecha del amor, mayormente su conocimiento sobre la fecha se basaba en películas que fuera aptas para su edad y en los comerciales donde eres el novio del año si le regalabas un bombón a tu pareja o un celular. (¿Cómo le regalaría un teléfono a Magnus? O mejor dicho, ¿para qué? ¿no son solo para adultos?) .
Pero tampoco quería quejarse, al menos podría verlo. Que era lo único que había conseguido para ese día.
Así que solo sería un novio desconsiderado, en vez de uno malo. Algo es algo.
Hace tres días atrás le había preguntado tranquilamente a su madre a qué hora iría a la casa de Magnus y esta, mientras giraba de lavar los platos, lo miró sorprendida. ¿Con Magnus? habia repetido.
-Es San Valentín-respondió Alec-. Día los enamorados, mami. Tengo que ir con Magnus.
Su madre le había mirado fijamente hasta que pestañeó y lo miró compasivamente.
-Oh, Alec, lo lamento. No lo habíamos pensado, y con tu padre ya tenemos planes....
Entonces Alec se había roto en llanto y Maryse uso su súperpoder de Mami para solucionar las cosas. Llamó a la madre de Magnus y juntas llegaron a un acuerdo.
Magnus y Alec pasarían todo el día juntos.
Primero Magnus y sus hermanos estarían en la casa de los Lightwood por la tarde, mientras que los Bane tenían un almuerzo romántico por el día de los enamorados. Y por la noche ocurriría lo mismo, pero al revés. Alec y sus hermanos se quedarían con los Bane mientras los Lightwood disfrutaban la velada nocturna.
Pero Alec se ponía cada vez más y más nervioso porque al parecer se suponía que debería de comprarle un lindo obsequio a su novio que se asemejara a su amor por él. El chico de ojos azules a un no lograba encontrarle muy bien el sentido a eso, pero se guiaba por las normas sociales de los adultos. (Aunque, ¿cuándo un regalo podría asemejarse jamás a lo que una persona sentía por otra? O incluso más imposible, ¿un regalo que se asemejara a lo que sentía por Magnus? No existía un regalo tan grande y hermoso, y mucho menos que pudiera pagar con el dinero que le daba su abuelita)
Se acomodó los extremos de su suéter azul, las esquinas blancas de su camisa para infantes saliendo por la parte de la arriba y un collar de algo que parecía plata con colgante de un gatito dejándose a la vista sobre su suéter. Su madre se acercó a él, acomodándole la ropa ya acomodada y intentaba arreglar el desastre de su cabello.
-¿Nervioso?-le preguntó su madre con una pequeña sonrisa contenedora, sus ojos celestes brillando. Estaba vestida de manera sencilla, tendría que cuidar a cuatro niños y dos bebés esa tarde. Alec esperaba que no terminara agotada para su cita con su padre, había visto lo que junto a su hermana menor habían escogido para esa noche (y aunque no estaba al tanto de nada de la moda) parecía muy hermoso. O quizás el que se madre lo portara lo hacía hermoso.
El timbre sonó, las voces de los Bane llegaron hasta sus tímpanos y por un momento se pensó la idea de fingir estar enfermo. Su madre al ver su expresión asustada se rió y enderezó para ir a abrir la puerta, pero antes llegó Robert.
Traía un pequeño ramo de rosas blancas envueltas en papel plateado y con un moñito azul, parecían recién cortadas. Se acercó hasta él, inclinándose a su altura y le sonrió pasándole el ramo. Alec se vio nervioso y confundido, pero las recibió.
Al ver su expresión, Robert rio suavemente y acarició su mejilla.
-Para que no estes con las manos vacías-le dijo antes de caminar hacia la puerta junto a su esposa, para entablar una amena conversación con los adultos Bane.
En la puerta lo esperaba Magnus, el sol le daba detalles a su ropa y piel, dándole un aspecto cálido y luminoso. Como si una parte de el Sol bajara a saludarlo específicamente a él. Traía una pequeña cajita entre sus manos morenas y a Presidente Miau en su hombro. Al encontrarse con sus ojos, Magnus sonrió ampliamente, casi saltando emocionado en su lugar. Alec vio el Sol una vez más en su sonrisa.
Tal vez él no entendía el por qué la gente regala cosas materiales en el Día de Los Enamorados, pero cuando Magnus le sonreía así, definitivamente entendía porque el 14 de Febrero fue nombrado de aquella manera.
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Sabor A Chocolate [Malec/AU]
FanfictionEl amor puede llegar a cualquier edad. Puedes enamorarte en la adolescencia, en la adultez, en los últimos minutos de tu vida o en los primeros. El amor de tu vida está en alguna parte del mundo. Sólo debes creer que lo encontrarás.