Corazón de Bombón

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-Puedo....¿puedo quedarme a dormir con Magnus?

Los cielos grandes y luminosos en los ojos de Alec eran algo casi imposible de resistir. Aún más cuando sus pequeños labios estaban tirando para abajo en un tierno puchero y sus mejillas se teñían de un color rosado sobre su piel nivea.

A Maryse no le molestaba que se quedase a dormir con el hijo de los Bane, conocía a la familia desde hace un año y habían pasado demasiado tiempo juntos-especialmente desde la unión de sus hijos-como para conocerse lo suficientemente bien y tener la confianza de que la otra familia cuidaría de sus niños como si fueran suyos.

Sin embargo, aquello no era decisión suya. No era la dueña de la cabeza y no sabía de los horarios de los Bane, por ello hizo una mueca, agachándose a su altura y acarició su mejilla con suavecidad. La piel de su hijo era cálida bajo su tacto, y suave como el tacto de una pluma. Este le sonrió, con los ojitos llenos de ilusión y una sonrisita que murió cuando ella negó.

-Alec, quizás los padres de Magnus tiene cosas que hacer, no podemos...

El pequeño ojiazul se dio la vuelta como un resorte y se acercó a la madre de su novio, que se despedía de su padre Robert-. Señora mamá de Magnus.

Las comisuras de la boca de la asiática se elevaron, divertida, mientras alzaba sus cejas-. Alec, ya te dije que puedes llamarme por mi nombre.

-O decirle suegra-sugirió el hermanastro rubio de Magnus, Félix.

-Félix-reprendió su madre por interrumpir el momento.

Alec inhaló aire, sacando el pecho hacia adelante como si buscara una pose que reflejara su valentía y exhaló para luego tirar palabras-. Dormirmagnusyoaquí.

Maravillosamente, Alec contaba con el poder que las madres tenían. Especialmente ella, que era madre de cuatro niños.

-¿Quieres dormir aquí con Magnus?-descifró y luego buscó la mirada de Maryse-. Si tu madre está de acuerdo...

-No queremos molestar-se adelantó a decir la señora Lightwood mientras daba un paso hacia el frente.

-Oh, no. Claro que no molestan. Alec puede dormir con Magnus en el sofá de la sala o en su habitación, ¿no?-le sonrió mostrando una dentadura blanca pero de dientes no perfectamente enfilados. Y seguía siendo hermosa a pesar de no tener una dentadura perfecta. Acarició los cabellos de Alec, casi rascando placenteramente su cuero cabelludo.

Alec sonrió ampliamente mientras le asentía, se apresuraba a saludar a su familia y corría hacia Magnus que estaba por subir las escaleras. Todo con su hija princesa vaquita Kiah en brazos. Cayó sobre el asiático y lo abrazó fuertemente, como si no se hubieran visto en años a pesar de no haber estado ni veinte minutos fuera de la casa.

Magnus rió entre sus brazos, sonrojado, y también les abrazó a ambos, a Alec y Kiah, porque su hija también merecía amor.

No prestaron atención a la voz de la amdre de Magnus que pedía que por favor no gritaran, de todas formas ella no se molestó en repetirlo, sabía que estarían en calma.

Subieron corriendo las escaleras, tomados de las manos mientras Alec acunaba a Kiah y pasaban frente a la habitación de Félix donde padre e hijo conversaban antes de dormir. Alec no pudo escuchar sobre qué, pero por la cara de Félix, pudo deducir que era sobre su madre biológica.

Alec había conocido a Félix antes que a Magnus, apenas unos días antes. Y lo había conocido llorando abrazado a su padre bajo la sombra de un árbol mientras ambos miraban el cielo en silencio. Luego de eso, había sido algo difícil hacer que Félix siquiera mirara en la dirección de Alec, como si le avergonzara, como si fuera malo que llorara porque extrañaba a alguien. Como si él, al ser mayor y varón, tuviera que demostrar que nada le dolía.

Por suerte, Félix había terminado acostumbrándose a su prescencia con el paso de los días, tratándole como a uno más de sus hermanos, Pero nunca se mencionó aquello que Alec vio el día que le conoció. Tampoco es como si Alec tuviera mucho qué decir, era un niño que no entendía mucho de lo que pasaba y quizás no comprendiera hasta mucho tiempo después la contradicción de los sentimientos de un adolescente, más específico de Félix, pero sí sabía que perder a alguien que amabas debía doler. Así como le dolió el día en que su bisabuela se fue al mundo donde podías flotar y las camas eran nubes brillantes y doradas por el sol, donde podías charlar con la luna, bailar con las estrellas y jugar a atrapar las fugaces. Y si eras muy, muy, muy bueno, le había dicho su madre, te darían tus propias alas y serías un ángel que volaría con las aves.

Se distrajó con una melodía que salía de la habitación de la hermana de Magnus, pero no pudo captar la letra. Fue arrastrado por su novio a la habitación de este.

Era de tonos azules y celestes, haciéndola parecer otro pedacito de cielo. Libros, juguetes y cosas de colores por allí. Una manta rosa pastel, almohadones en forma de estrellas y corazones. Una mesa ratona cerca de la ventana con cojines a su alrededor, en la mesa descansaban dibujos, crayones y tazas de té, platos vácios con unas pocas migajas de lo que podrían haber sido galletas o pan.

-Debes limpiar eso-le dijo Alec al ver eso. Magnus solo sonrió y tomó la manta rosada, pasándosela a Alec por los hombros.

-No quiero que tomes frío-le explicó, la voz dulce por su edad y por el cariño puro que un niño podría tener.

La noche estaba estrella del otro lado de la ventana que daba al balcón de Magnus. Esas puertas de vidrio siempre estaban cerradas, los Bane le habían dicho que cuando fuera mayor se le permitiría abrirlas sin tener el peligro de caer por accidente. El moreno esperaba ansiosamente ese día.

Magnus se colocó al lado de Alec, y este lo tapó con manta rosada también, cada uno tomando una patita de Kiah mientras miraban el cielo en silencio, casi como si esperaran algo.

De lejos, proveniente de la habitación de Effy, la melodía se dejaba escuchar suavemente, el silencio ayudaba a escuchar en susurros la canción.

"Se derrite el corazón

Tan solo con una mirada

Son tus beso, es tu voz

que tienen mi alma enagenada

Nuestro amor sabe a chocolate

Un corazón de bombón que late

Nuestro amor sabe a chocolate

Oh oh oh oh oh..."





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La canción es "Sabor de Chocolate", de Jesse y Joy.

Sabor A Chocolate [Malec/AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora