Parte 7

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Will me estaba besando, ¡no es un simulacro!, Will me estaba besando, ¡no es un simulacro!, ah no, ya paró.

El me miró, agarró un mechón de mi cabello y lo puso atrás de la oreja.

- Nico, te amo.

¿Estoy soñando? Probablemente. Sólo había una forma de comprobarlo. Puse mis manos en sus cachetes y lo jale hacia mí. Sus labios chocaron con los míos, y lo besé, él me respondió enseguida. Lo que pasaba era real, no era un sueño, Morfeo no me estaba jugando una broma. Morfeo no me jugaba una broma pero el oxígeno sí, tuvimos que separarnos por culpa de él.

Después de vernos por unos segundos Will habló.

- A dormir- ordenó Will-, mañana tenemos que estar despiertos temprano.

Yo creo que no iba a poder cerrar los ojos, y si lo hacía era porque estaba muerto. Mi corazón latía tan rápido que parecía que tenía taquicardia.

- A dormir- susurré no muy seguro si podría lograrlo. Y Will no ayudó en mucho, me dió un beso en la frente, un beso de buenas noches.

Esa noche dormí en los brazos de Will.
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- ¡Nico! ¡Despierta!, ¡vamos a llegar tarde al aeropuerto!

Me levanté a regañadientes, después recordé lo que había pasado ayer en la noche y me ruboricé. Will lo notó, y al parecer iba a aprovecharse de ese descuido mío.

- Nico, si te levantas y te vistes rápido te doy un beso, ¿trato?

Me levanté enseguida, corrí al armario y saqué un cambio de ropa al azar, después me encerré en el baño.

Lamentablemente, soy un idiota. Agarré la ropa tan rápidamente que no me dí cuenta que la playera era de Will.

Ahora tenía dos opciones:
A) Salir del baño para cambiarla y perder mi dignidad en el acto.
B) Ponerme la camiseta de Will y vestirme con mi sudadera encima. De está manera no hay sospechas.

Obviamente elegí la B), ¿qué más podía hacer? Bueno, me vestí y salí del baño. Will, ya tenía las maletas hechas y me esperaba en la puerta.

- Lo que me debes-. Exigí.

- Un trato es un trato-. Me dió un pequeño beso en la boca. Debería hacer tratos más seguido, es más, debería convertirme en un hombre de negocios.

- Vámonos-. Yo asentí con la cabeza y lo seguí. Bajamos en el elevador, llegamos con la recepcionista, le dimos la llave y nos fuimos en un taxi. Todo habría sido completamente normal, si no fuera de que Will me estuviera tomando de las manos todo el camino.

Llegamos y pasó otra vez el mismo recorrido de siempre.

- Por favor, los pasajeros que van en el vuelo a Estados Unidos, Nueva York 4389, vayan a la puerta 3. Por favor...

No dijimos nada y fuimos corriendo hacía la puerta. Todo iba bien, habíamos llegado justo a tiempo hasta que ví a la misma azafata del vuelo anterior en esté. Sí, la misma azafata que le lanzaba guiños y sonrisas a Will. Algo se prendió dentro de mí y apreté la mano de Will con más fuerza.

Pasamos, dimos nuestros pasaportes pero sin dejar atrás la sonrisa de la azafata. Ok, debo tranquilizarme, no debo abrir un hoyo en el avión.

Encontramos nuestros lugares y nos sentamos de igual manera que la anterior, yo en la ventana y Will en el lado del pasillo. Me encantó que ni siquiera se pusiera a discutir sobre que lado tomar porque él ya me conocía bien.

Después de un par de horas, llegó la comida. Y, por primera vez, lamenté la buena memoria de Will.

- Oh, eres la misma azafata del vuelo anterior ¿no? - ella sonrió.

- Sí, me recuerdas.

- Bueno, entonces será lo mismo que la otra vez.

Comimos y todo. Claro que Will recibió un guiño de la azafata, aunque me alegro de que sea tan idiota que no sepa lo que pasa alrededor. Es decir, una diosa le tuvo que decir que yo me le había declarado. Lo amo tanto.

Recosté mi cabeza en su hombro y él me sonrió. Su sonrisa era tan honesta que podía curar hasta la alma más podrida, su sonrisa es tan honesta que incluso me logró curar a mí. Si no lo hubiera conocido, nunca habría creído que una sonrisa así existe.

Después de platicar de cosas triviales y dormir muchas siestas, llegamos a nuestra destino.

Salimos del avión y nos tocó otra vez la misma azafata. Estábamos a punto de cruzar la última puerta para no volverla a ver jamás pero...

- Un segundo- le dijo a Will-, ¿me podrías dar tu número...? - Oh, no.

Antes de Will le respondiera algo, yo actúe.

- Will...

- ¿Sí, Nico?

- Hay que irnos ya- fingí estar a punto de llorar-, si no, si no, no vamos a llegar a tu transplante de riñón.

La azafata se puso blanca como la nieve y Will puso cara de: " ¿Cuál transplante de riñón?".

- ¡Oh, en ese caso ya vete! - dijo la azafata-, ¡no quiero poner tu salud en riesgo! - esa fue mi señal para jalarlo hasta donde entregan las maletas y salir del aeropuerto. Muajajaja, mi plan funcionó a la perfección.

Como sea, después de tener una mini fiesta en mi cabeza, vimos a Argos que estaba estacionado enfrente del aeropuerto y rápidamente comenzamos a dirigirnos al Campamento Mestizo.
....

Llegamos y nos bajamos de la camioneta. Volteé a ver a todas las personas y entre la multitud, ví a Annabeth y a Piper.

- Ahorita vengo...- le dije a Will y comencé a caminar hacía ellas. Ellas me vieron y su expresión fue lo mejor del mundo.

- Nico...- dijeron las dos al mismo tiempo.

- Ajá.

- No nos mandes al Tártaro, por favor.- dijo Annabeth.

- Sólo fue una pequeña bromita.- dijo Piper.

- Chicas- las llamé y ellas abrieron los ojos-, muchas gracias.

Ellas se miraron confusas y me preguntaron.

- ¿Qué pasó en ese viaje, Di Angelo?

Fin

2:20 Am. Me preguntó si dormir merece la pena.

Viaje a Italia- SolangeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora