Capítulo 1

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—Aquí tienes todo lo que me pediste. No he podido conseguir más, pero espero que sea suficiente.

—Sangre. Gracias — una voz grave resonaba desde las profundidades.

Me agaché junto al agujero del suelo. Saqué una gema de un bolsillo y la dejé caer.

—Cada vez encontrar cristales de sangre es más difícil. Conseguirlos está siendo imposible.

—Sólo necesito unos pocos más. Después, os podré llevar a la victoria.

—Kajmar, haré todo lo posible por liberar tu poder.

—Buena chica, sabía que podía confiar en ti —las palabras se escuchaban varias veces debido al eco que producía estar encerrado en ese lugar. El monstruo tosió—. ¿De dónde has sacado estos cristales?

—Sé que no son los mejores, pero no he podido encontrar nada mejor. Tenemos enviados por toda la región para buscarlos —justifiqué la mala calidad de los cristales que le había entregado.

—¡Creadlos! ¡Acabad con quien sea necesario para conseguir sangre! Tengo que alimentarme de almas nuevas, no de antiguos vejestorios —gritaba Kajmar desde el fondo con rabia.

—Estamos terminando de preparar al ejército. Uno de nuestros mejores hombres ha regresado a Ichi en busca de sangre fresca. Una joven maga está gobernando la región.

—Una chica que domina la magia. Suena interesante. Detenle, y dejad que me divierta con ella —soltó una fuerte carcajada que resonó durante un largo tiempo.

Me separé del hoyo en el suelo y me apoyé sobre una pared, quedando sentada en el suelo.

Intenté concentrarme plenamente en lo que quería hacer. Desde pequeña, mi padre me había enseñado todo lo que él sabía de la magia negra. Aún estaba muy lejos de aprender todo lo que podía, pero había logrado superarle y marcharme de casa había sido la mejor opción para seguir mi desarrollo.

"Soy yo, Tierya. Tienes que volver, Kajmar quiere encargarse en persona de esa chica. Nos reuniremos de nuevo en la cueva."

"Mensaje recibido. Desapareceré lo antes posible e iré con vosotros."

Dominar la telepatía era algo de lo que pocos eran capaces, y tener a alguien en el equipo con quien nos pudiésemos comunicar era una gran ventaja. Podríamos avanzar por zonas separadas, pero atacar a la vez gracias a ello.

Coloqué nuevamente la placa metálica sobre el suelo y me marché al exterior de la cueva. En esa cueva había bastantes cristales, pero ninguno parecía lo suficientemente perfecto como para usarlo.

Además de estar investigando todas las fuentes de energía para lograr despertar el verdadero poder de la bestia, tenía que vigilar que todo estuviese bien.

Llevaba muchos años cuidando de él. Todos los días que podía iba a hablarle, y siempre que encontraba algún cristal se lo entregaba. Ahora, después de tanto tiempo, las existencias de cristales de sangre se habían agotado. Seguíamos teniendo muchos otros cristales, pero no servían para alimentarle.

Él llevaba allí encerrado cientos de años, y por eso seguía tan débil aún. Ni la mismísima magia negra había logrado devolverle la energía que había perdido, pero cuando todo acabase y lográsemos salvarle, dominaríamos el mundo junto a él. Nosaki se quedaría pequeño para nosotros.

Había prometido conquistar todos los países cercanos y entregárnoslos a sus ayudantes. Aprovecharíamos al máximo los recursos de las nuevas tierras, y le daríamos a la magia negra el mundo entero.

Su mejoría comenzaba a notarse. Ya lograba crear sus propios monstruos, aunque aún demasiado pequeños y débiles. Si de él lograba crear un ejército, podríamos vencer a cualquier enemigo que se pusiera en nuestro camino.

Esperé un rato a que llegase Eron. Apareció tranquilo, aunque con un semblante serio.

—¡Esa maldita vieja! ¡No hay forma de librarse de ella! —Enfurecido comenzó a golpear una piedra.

No lograba entender de qué estaba hablando. Tuvo que notarlo por mi cara de asombro y comenzó a explicarme.

—Nemu. Pensé que había acabado con ella hace años, cuando desapareció de cualquier actividad. Pero está junto a la reina. Esa vieja es más poderosa de lo que parece, y junto a ellos puede ser un gran problema —aseguraba.

—¿Debemos decírselo a Kajmar? —pregunté ante la duda. No quería precipitar la recuperación del jefe, y mucho menos entorpecerla.

—Nosotros nos haremos cargo de ella. Esto sólo ha sido un aviso para la reina, tendremos que esperar para poder dar el golpe definitivo.

Entramos nuevamente a la cueva. Deslizamos con cuidado la placa del suelo para volver a hablar con el líder.

—Hemos logrado reunir a más hombres. Entrenarán pronto para estar preparados para lo que venga.

—Estáis haciendo un gran trabajo. Os podéis ir, necesito descansar. Y no me traigáis otra vez esa basura, ¡o me veré obligado a acabar yo mismo con vosotros para alimentarme! — su voz daba mucho miedo, y la manera en la que lo decía hacía que mi piel se erizase.

Debido a la necesidad de estar cerca de él habíamos asentado una base junto a la montaña. Otro grupo de hombres, todos grandes maestros de la magia negra, vivían con nosotros en nuestro asentamiento.

Teníamos una pequeña unidad de síntesis de cristales. Allí estábamos llevando a cabo muchos experimentos. El primero de todos, crear cristales de sangre. Era nuestro más importante objetivo. Sintetizar otros cristales de poder también nos sería muy útil, y por ello también estábamos dedicando parte de nuestros recursos a ello.

Dormíamos en unos sacos de dormir y algunas camas que íbamos turnando. No gozábamos de muchas más comodidades, pero era un lugar de paso. Cuando el verdadero poder de Kajmar despertase, recorreríamos ciudades, las saquearíamos y viviríamos una vida de lujo y comodidad por cualquier lugar por el que pasásemos.

Llegamos a la pequeña casa. Algunos de los compañeros se encontraban experimentando junto a unos cristales. Había algo de humo en la estancia que hacía difícil respirar. No había ventanas, por lo que evitar la concentración de los vapores era difícil.

Atado a una vara de metal clavada en el suelo se encontraba una de esas criaturas diminutas que Kajmar creaba. Cada vez que sintetizaban un nuevo cristal se lo entregaban para comprobar el efecto que estos tendrían sobre el jefe.

Algunos habían resultado un completo desastre. Uno provocó una explosión que quemó varias cosas de la casa y dejó un olor pestilente durante muchos días. Otro, sin embargo, le había otorgado fuerza suficiente como para soltarse de su atadura y escapar, aunque poco después lo pudimos detener. Era arriesgado usarlo directamente sobre nuestro líder sin conocer mejor sus efectos, así que todavía era un simple experimento.

—Hemos conseguido un nuevo cristal de sangre —confirmó uno de ellos. Tenía el pelo muy corto, de un tono grisáceo. Llevaba varias pulseras metálicas y unos guantes con tachuelas en las manos—. Mañana iremos a entregárselo.

—Ya se lo he entregado hoy. No debemos darle otro mañana.

—¿Por qué haces todo sin consultarnos? ¡Nadie te da derecho a ello!

No lograba entender su enfado. Yo era su comandante, la segunda al mando en la lucha por el mundo y la líder detrás del jefe. Tenía todo el derecho a hacer lo que yo quisiera, y así se lo haría saber. Cerré los ojos y me concentré para lanzarlo por los aires.

Chocó con una pared y se golpeó en la cabeza. Cuando abrí los ojos vi que había una mancha de sangre en el lugar donde le había golpeado.

—Soy la comandante. Puedo hacer lo que quiera.

Me marché hacia las camas ante la atenta mirada del resto mientras algunos se apresuraban a ayudarle. Me tumbé sobre una de ellas y me olvidé de todo lo que estaba sucediendo. Pronto podría olvidarme de todos ellos y estarían bajo mi mando. 

Dama Blanca [GdB 2] || [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora