Capítulo 3

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[Tierya]

Me desperté en mitad de la noche y vi una de las camas vacías. Me sorprendía que después del fuerte golpe que se había dado ese hombre no estuviese descansando. Me levanté de mi lugar y salí con cautela de la casa, intentando hacer el menor ruido posible.

Fuera todo estaba en absoluto silencio. La noche había caído hace mucho y la luna era lo único que iluminaba el lugar. Comencé a recorrer los alrededores procurando pasar desapercibida. Quería descubrir qué estaba haciendo ese maldito inútil.

Vi una figura a lo lejos. Me agazapé para ocultarme y fui avanzando lentamente agachada. No entendía qué estaba haciendo ahí fuera, de pie y sólo. Lo observé desde detrás de unos arbustos, intentando no hacer el más mínimo ruido. Cualquier movimiento podría delatarme. Movía sus manos de una manera extraña. Parecía estar practicando algún hechizo.

Una extraña criatura apareció junto a él. Tenía una gran mandíbula de la que salían unos prominentes colmillos. Se erguía sobre las dos patas traseras y tenía unos cortos brazos, aunque con grandes zarpas.

¿Había logrado crear un monstruo de la nada? Si con su poder conseguía hacer eso, era una amenaza para todos. No le podía dejar actuar. El jefe se iba a alimentar de su poder y no iba a impedírmelo.

Nuevamente tuve que recurrir a mi poder. Lo observé fijamente y me concentré todo lo que pude. Lo elevé por los aires y después lo lancé de nuevo contra el suelo. Repetí el proceso varias veces, con rápidas y fuertes sacudidas para asegurarme de que acababa con él. Los gritos de dolor que emitía hacían que perdiese la concentración, pero aún así pude conseguir aniquilarlos.

Miré la escena. Estaba tirado en el suelo. Un charco de sangre que salía de las numerosas heridas que le había producido comenzaba a formarse a su alrededor. Ya no había rastro de ese ser que le acompañaba.

Regresé en calma a la cabaña. Tomé un frasquito de cristal y fui al lugar donde había dejado el cuerpo tirado. En la frente tenía una herida con sangre seca del golpe que le había dado en casa. Acerqué el recipiente a una de las heridas frescas y comencé a recoger toda la sangre que pude. Cuando estaba prácticamente lleno lo retiré.

Una gota resbalaba por el borde del cuello de la botella. Acerqué el dedo índice y la recogí. Después llevé el dedo a mi boca y lo lamí. Sin duda el sabor de su sangre era delicioso. Me acerqué a una de sus heridas para probar un poco más.

Aparté el cuerpo y lo dejé oculto entre unos arbustos y unas piedras que había cerca. Nadie se preocuparía por él. Regresé a la cama dejando el frasco oculto para que nadie pudiese encontrarlo.

Cuando desperté por la mañana todo seguía en orden. Algunos ya estaban despiertos y otros seguían durmiendo profundamente. Fui a recoger el frasco y me acerqué a la sintetizadora de cristales.

Vertí el líquido en una de las probetas y puse la máquina a funcionar. Cuanto antes estuviese hecho menos sospechas podría levantar. Introduje un cristal verde que había robado unos días atrás. Durante el proceso el rudimentario artefacto hacía un ligero ruido. El proceso de destrucción del cristal introducido y de síntesis del nuevo era rápido. En poco más de media hora había conseguido crear un poderoso cristal de poder. Aunque seguía teniendo el tono esmeralda de la gema inicial, en su interior había una lágrima de sangre.

La guardé en uno de mis bolsillos y salí de allí. Iba a ver al jefe. No podría quejarse de este cristal por más que quisiera.

Entré a la cueva y arrastré la placa del suelo.

—He traído algo —grité acercándome al interior del agujero.

—Si es tan malo como el de ayer, lo pagarás caro, muy caro. Tíramelo —sentenció con su fría voz.

Dama Blanca [GdB 2] || [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora