Capitulo 5

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¡Por fin es viernes!

Es mi día favorito. Bueno, todos los días son una mierda considerable, pero los viernes arrojan un poco de luz a la semana.

Esa alegría de que al día siguente no haya instituto te alegra, aunque sólo sea a una persona deprimida como yo.

Aunque no veo ni punto de comparación: 5 días de instituto y 2 de descanso. Por desgracia me toca aguantar a todos los gilipollas de mi clase 5 desquiciantes días a la semana. Sé que cuchichean sobre mí, no tengo oídos supersónicos pero lo sé.

Lo malo de los viernes es que tengo educación física, pero le he dicho a la profesora que me he abierto la muñeca cuando me caí en la excursión de ayer (es mentira, pero tengo un examen practico de vóley)

El caso es que, en estos momentos, estoy botando una estúpida pelota porque el aburrimiento me puede. Pero no soy la única que no hago nada. Miry nunca hace nada, qué morro. Yo paso de hacer deporte , es una mierda, sólo le doy a los demás más razones para reírse de mí.

Aunque, pensándolo bien, se van a reír de mí haga lo que cojones haga, por lo tanto me la sopla.

Y este es mi plan para la clase de educación física de hoy: botar un balón mientras hablo con Miry.

Veo como se pone la muñequera para que no se le vean las marcas de los cortes.

- Así que te pones la muñequera eeh...- digo

- No, si te parece dejo que se me vean los cortes- dice con tono obvio.

Asiento con la cabeza y sigo botando mi pelota mientras se coloca bien la muñequera.

- Yo lo haría.

¿Pero qué cojones acabo de decir? ¡Le he dicho que yo me cortaría las venas! ¡Pero bueno! ¿En qué puto momento mi cerebro ha desconectado para dejar que diga lo que pienso? Bueno, Jenn, tú sigue botando la pelota desinteresadamente...

- ¿El qué?- dice ella incrédula.

Me limito a señalar su muñeca tapada ya por la muñequera. Dios mío, espero que no abra la boca porque sino la mato. No tengo suficientes problemas ya como para que me tachen de psicópata.

- Yo lo hago cuando estoy sumamente cabreada y, como tengo mucha rabia acumulada, no me duele - dice - ¿Y tú? ¿Por qué lo harías?

Me empiezo a poner nerviosa... No, no se lo puedo decir. Mi oscuro secreto tiene que seguir siendo secreto. Pero, ¿qué le digo ahora?

- No te lo puedo contar - le digo.

En realidad no sabría qué decirle. Sé que es porque necesito sentir dolor. Sé que el dolor que siento en mi corazón tan elaborado por mi mente y por mi baja autoestima no sería ni por asomo parecido al dolor que me causaría coger una cuchilla y hacerme marcas.

Estoy segura de que quiero sentir dolor, pero no puedo hacerlo ahora. Hay una posibilidad entre un millón de que no me descubran. Ya me imagino a mí en el futuro yendo al psicólogo por que mi madre pensaría que tengo problemas mentales serios. Seguramente a mi padre también le costaría mucho aceptarlo y pensaría que llevarme al psicólogo seria lo mejor para mi, y es algo que no me hace gracia pensar.

- ¿Por qué no?- dice Myri, sacándome de mis pensamientos - Venga, que yo te lo he dicho - insistió.

- Supongo que más o menos son las mismas razones por lo que lo haces tú - contesto.

Por lo menos no le digo la verdad, ¿no?

- Yo no lloro nunca. Habré llorado dos veces en todo lo que va de año. Tiene que pasar algo muy gordo para que me ponga así. ¿Y tú? ¿Lloras a menudo?

Me paro a pensar un momento. La verdad es que yo no lloro mucho, sólo  cuando estoy cabreadísima con alguien, aunque no me suele pasar. No sé expresar mi rabia, no se expresar ninguno de mis sentimientos. Sólo mi risa falsa de "todo va bien", aunque en realidad todo vaya mal.

- No - respondo- Supongo que si siento dolor o sufrimiento por algo lo interiorizo y me callo - digo y sigo botando la pelota.

En realidad ya me he cansado de botar la estúpida pelota así que nos vamos al final de las pistas para ver por la valla a los del instituto adyacente al nuestro. Nos sentamos y nos pusimos a hablar. No sé cómo llegamos al tema de que casi se acuesta con unos tíos, de los cuales me enseña fotos.

No me puedo creer que sepa quiénes son. ¡Es la primera vez que le pasa algo interesante a alguien que yo conozca!

Seguimos hablando de lo mismo hasta que acaba la clase, menos mal que es ultima hora. Al igual que las demás clases, la hora pasa aburrida.

La verdad es que sólo quiero llegar a mi casa, pero lo bueno es que me toca lengua, es mi asignatura favorita. La clase de hoy es muy aburrida y aunque intento con todas mis fuerzas prestar un poco de atención no lo consigo y termino haciendo dibujitos en el cuaderno y hablando un poco con Kate, que esta haciendo una pulsera de gomitas.

*Me quita mi pulsera de gomitas que me hice hace mucho tiempo y que esta un poco desecha.*

- ¿Te la puedo volver a hacer? ¡Por favoor! - dice suplicando.

- Sí, claro. Me da igual.

*suena el timbre*

-¡Vale! Te la traigo mañana.

- Con tal de que me tape las muñecas...

- ¿Que te tape las muñecas? ¿Por qué? 

Mierda, pero ¿qué he dicho? ¿Qué me pasa? ¿Me he tomado un suero de la verdad o qué? 

- ¡Por nada! Es que no me gusta tener las muñecas vacías. Quedan mejor con pulseras jajaja- digo un poco atropelladamente y salgo de clase en seguida. Joder, qué día de soltar cosas. Aunque lo de Kate lo he disimulado bien, ¿no? Bueno, da igual. Sólo quiero llegar a mi casa y tumbarme en mi cama.

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Son casi las cinco de la tarde y he quedado con Sara para dar una vuelta como todos los viernes. Vamos a institutos diferentes así que quedamos todos los viernes que podemos para ponernos al día. Yo creo que Sara es la persona que más se acerca a saber que tengo problemas conmigo misma, pero creo que no lo llega a descifrar del todo. Creo que ella me entiende pero no lo se bien por que es todo lo contrario de mí: es alegrey confía en sí misma pero es tozuda hasta decir basta. Aunque tengo que reconocer que me da envidia. Yo creo que hay muchos chicos que querrían tener algo con ella, y no me extraña, es maja, divertida, dulce, es guapísima y además tiene lo que a un chico le encanta. Aparte de eso, no está excesivamente delgada ni gorda como yo.

Pasamos la tarde andando por el camino del parque y, como siempre hacemos, caminamos hasta que nos damos cuenta de que hemos llegado muy lejos y después volvemos para ir a casa de alguna a picar algo y hacer tonterías y locuras porque es lo que nos gusta hacer.

La verdad me entiendo mucho mejor con Sara que con Kate, pero nunca me he puesto a pensar quién es mejor, pero tampoco me importa.

Sin darnos cuenta, se nos hace tardísimo. Sara se va a su casa y yo a la mía. Cuando llego, le digo a mi madre que me voy a hacer un bocadillo y  me como una rodaja de pan una coca-cola. Después me subo a mi habitación para ver la televisión desde mi cama.

No tardo mucho en cerrar los ojos para dejarme caer en los brazos de Morfeo. 

I' m JenniferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora