Capítulo 4.

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—Él no va a descubrirlo todo por si solo y mucho menos en tan poco tiempo –dijo un hombre que andaba en los cuarenta, él estaba sentado en una mesa junto con un viejo sabio que miraba hacia una esquina de la habitación mientras reflexionaba.

—Lo sé –contestó el ultimo mientras miraba los ojos grises azulados del otro hombre– tu iras a ayudarlo Axel.

— ¿Yo mi señor?

— Sé que tú y Alcander han sido buenos amigos

—Así es mi señor— Dijo Axel con respeto — hemos luchado hombro con hombro por siglos.

—Pintare tus alas de negro— anunció— y caerás en la tierra, no dispondrás de muchos de tus poderes, pero tienes que avisar a Alcander.

—A sus órdenes –respondió respetuosamente inclinando la cabeza en reverencia, el ángel mayor colocó su cetro de oro en las alas blancas del ángel más joven, estas se mecieron con una corriente de aire y finalmente una por una cada pluma se tiño de negro.

—Adelante hijo de Dios –dijo el anciano y le señaló la tierra.

Axel se encaminó a la orilla de la puerta dorada y miró hacia abajo.

—Todo sea por el bien de la humanidad –dijo antes de dejarse caer a la orilla.

Ángel Guardián || Disponible en dreameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora