CAPÍTULO I : FADE IN - Parte 1

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I

- Solo serán unos cuantos meses.

Los ojos de Adam proyectaban la misma serenidad de siempre. Joanne, su esposa, lo miraba y pensaba nuevamente acerca de la calma que proyectaba a través de su mirada y de sus gestos faciales. Solía creer que era una suerte de herencia de su tiempo como marine, para el que debía mostrar valor, entereza y autocontrol constantes. Vio cómo terminaba de comer del tazón amarillo que tenía entre manos mientras él no dejaba de sostener la mirada. Podía escuchar el sonido de sus dientes masticar, como siempre.

- No es nada - dijo Joanne.- El tiempo pasa rápido, sobre todo si vale la pena. ¿Tienes más información sobre el papel?
- Realmente no. Solo suposiciones, pero nada definido.
- ¿Es verdad que participará Sofia Coppola?
- No quisieron revelarme el nombre de quién dirigirá el filme, pero lo rumorean y sería magnífico.
- ¿Y si es ella y no te pide participar en cine, sino en teatro? No le fue bien la última vez.
- Todos podemos cometer traspiés.
- Cierto. Además, ella es creativa. Sería como trabajar con Jarmusch otra vez, pero en el país de Amélie. ¿Y si es algo al estilo de "Amélie"? ¿O "Medianoche en París"?
- Si es así, pido ser Amélie. Ya nos parecemos en el corte de cabello.
- ¡Ja, ja! Hablo en serio. ¿Y si es romántico? Creí que decías haber tenido suficiente con ello.
- Ha pasado un buen tiempo desde entonces. No sería mala idea. Quiero volver a explorarlo. Explorar desde otro ángulo los sentimientos, los impulsos, las emociones, los dilemas...
- ¿No lo habías experimentado hace poco mientras peleabas con sables de luz?

Adam de inmediato vio en su mente el rostro de Daisy mientras ellos actuaban y él, o mejor dicho, su personaje, Kylo Ren, extendía su mano hacia ella encarnando a Rey, pidiéndole que se unan. Por un instante, le pareció sentir que la tenía en frente otra vez.

- Sí, claro. Algo similar... -dijo, aún pensativo y dirigiendo la mirada hacia la ventana a su lado derecho.

El altoparlante del aeropuerto empezó a resonar por doquier e interrumpió sus pensamientos. Era la última llamada a los pasajeros de su vuelo. Puso en modo avión su móvil, lo guardó en su bolsillo y abrazó fuertemente a Joanne mientras se decían mutuamente que se escribirían siempre, pese a estar ambos ocupados. Durmió por horas mientras estuvo en el vuelo sin escalas hacia la Ciudad Luz. Fue recibido en el aeropuerto de Orly por un conocido, Brett, quien llevaba años viviendo en la capital francesa y lo hospedaría por el tiempo necesario en su amplísimo departamento del 9no distrito. Adam le dijo que había dormido tantas horas que lo que menos necesitaba era descansar y realmente quería conocer la ciudad.

- Una buena parada de la vida nocturna parisina es el BAM Karaoke. Podemos ir y regresar caminando, para que aprecies el Sena.
- Excelente. Aunque preferiría no quedarme mucho tiempo allí y más bien conocer las calles.
- ¡Vamos, es uno de mis lugares favoritos! Podemos tomar algo allí y luego podríamos ir a un bistrot, si prefieres algo relajado.
- De acuerdo, pero no cantaré para nada. ¡Que París me sorprenda! -dijo Adam agitando la cabeza y sonriendo.

Pasaron al karaoke y tomaron unos tragos sentados en el bar. Se lograban escuchar algunas voces provenientes de cada box, en los que cantaban entre carcajadas personas de distintas nacionalidades. Adam y Brett comentaron el aire japonés del lugar, lo cual los hizo pensar en ir a un bistrot de una vez para ver algo más local.

Adam giró para tomar su chaqueta y colocársela presto para salir, cuando de pronto se hizo un pequeño silencio. Una voz femenina se alzó por sobre el resto y dijo en un inglés británico inconfundible para él:

- Okay, this is actually my go-to karaoke song...

Los instrumentos acompañados de chasquidos empezaron a sonar esperando a que la letra de la melodía sea interpretada por la voz que acababa de hablar. Brett miró a Adam, confundido. Adam, como hipnotizado, miraba en dirección al box y dio un paso hacia adelante. Luego, dio otro más. Escuchó entonces increíblemente cómo ella empezaba a cantar una canción que hizo que su corazón diera un pequeño salto.

- Don't leave me in all this pain, don't leave me out in the rain...

Mil imágenes empezaron a pasar por su mente. Mil preguntas en unos cuantos segundos. Pero en medio de todas esas preguntas, había una certeza definitiva.

- Un-break my heart, say you'll love me again...

Giró antes de seguir avanzando más y miró en dirección a Brett, quien le había dicho algo, pero él no había prestado atención. Había en el rostro de Adam cierta luz que emanaba de sus ánimos elevados, como cuando los marinos escuchaban a las sirenas cantar en los relatos de la mitología. Dijo con su serenidad acostumbrada, pero acompañado de una pequeña risa:

- Es Daisy.

La armonía del silencio. Cuando los sentimientos son inexpresables.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora