CAPÍTULO IV: GET FREE - Parte 2

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II



Adam y Daisy estaban sentados en el café Le Vieux Léon, tras haber visitado durante la tarde el Museo d'Orsay y la plaza de la Concordia, con su inmenso obelisco al centro. Se reunieron un poco antes, a las 4:00 de la tarde, para darse un tiempo de visitar parte del museo y luego caminar por la plaza y dirigirse a comer algo juntos. Brett, absolutamente comprometido con su papel de guía, les contaba anécdota tras anécdota de edificios, calles y acontecimientos de París: la vez que se cruzó con la actriz y cantante Charlotte Gainsbourg, cómo el lugar por el que estaban pasando había sido escenario de una famosa fotografía, qué artista había vivido en tal o cual zona, entre otros datos más. Daisy sonreía y escuchaba atenta, al igual que Adam, quien conversaba, pero lo hacía un poco menos que Daisy. Le gustaba escuchar. Daisy era una de sus personas favoritas a las cuales escuchar siempre.

- Es increíble todo lo que puedes saber de cada lugar -comentaba Daisy.
- Más asombroso es lo que sucede en ellos, sobre todo cuando hay tantas historias anónimas de personas que pasaron y vivieron hechos que finalmente nunca conoceremos, que jamás fueron noticia, o quedarán como un secreto para ellos mismos -agregó Brett.
- Sí... Estoy segura de eso -dijo Daisy, mirando lo más fijo posible hacia Brett y luego hacia su plato.- Por cierto, les quería contar que escuché al músico que me recomendaron.
- Oh, excelente! Adam también estuvo escuchándolo.

Adam mantenía su típica expresión serena. Estaba tan absorto siguiendo el fluir del diálogo de sus dos amigos que se sorprendió al ser mencionado.

- Yo, sí, claro, lo he escuchado, es interesante, aunque no entendí realmente sus letras porque no hablo el idioma, pero el sonido agrada.
- Hay canciones que hablan de problemas económicos y sociales de su país, él los menciona a su manera, pero la mayoría son sobre el amor... -indicó Brett. -¡Ah! Pero Daisy, dinos primero qué opinaste al respecto. ¿Te fue fácil buscarlo en la web, aunque al principio no entendieras su nombre?
- ¡Adam te lo contó! -exclamó Daisy, mientras reía ligeramente.
- No, yo lo escuché repitiéndotelo en la segunda llamada que tuvieron.
- ¡Diablos! ¡Qué vergüenza! -reía Daisy.
- Al menos soy inocente -dijo Adam, quien reía con ella.
- Pero lo busqué, ¡y lo encontré! - respondió Daisy, aún alegre. - Me llamó la atención una canción que se llama Vampire city...
- ¿En inglés? -preguntó Adam.
- No, no, es la traducción. En español es "Cioda..."
- "Ciudad Vampira" -le dijo Brett.- Esa, por ejemplo, habla de una ciudad triste, que él dice que es la más triste del mundo. Lo hace como crítica al hecho de que parece a veces que la ciudad ya no existe para la gente sino para el poder.
- En parte es algo cierto... -mencionó Daisy.
- En algunos lugares sobre todo, los que tienen una situación más difícil en su política, con desigualdad grave -siguió Adam.
- Acabo de recordar -soltó Daisy- que también me gustó mucho otra que va así: tara rara rararaaa tantan...

Adam la miró mientras tarareaba. No pudo evitar que las comisuras de sus labios se alejaran para formar una sonrisa suave mientras la ternura se asomaba en su rostro.

- ¡Marquesita! -exclamó Brett.
- ¡Sí, esa es!
- Esa es más una canción nostálgica, de amor pero de despedida.
- Eso me parecía -dijo Adam. -Recuerdo que la escuché, tú la pusiste y yo vi el nombre. Suena triste en todo, desde los instrumentos hasta el tono de su voz, aunque yo no entienda nada del idioma.
- De hecho, él repite varias veces en la canción "adiós, amor, que nos vaya bien".
- Yo también pensé que seguramente era triste. Recuerdo además que tiene algunas canciones que no suenan así de melancólicas, las que canta con una mujer -remarcó Daisy.
- Ah, eso es porque ellos dos estaban enamorados -contó Brett- pero finalmente se separaron. Y pensar que parecían ser el uno para el otro.

Aunque pareció durar más tiempo, durante tres segundos, nadie habló.

- No todo sucede como uno quisiera que suceda -comentó Daisy.-Igualmente, me gustó y sonó interesante. Me intrigó la sugerencia que hizo Adam. Él me dijo que tú le habías hablado de ese artista.
- Sí, me lo recomendó -le dijo Adam- porque ese cantante estará de paso por París y habrá un recital suyo al que quizás te gustaría acompañarnos.
- Wow, ¿cuándo?
- Mañana por la noche. Pero no empezará muy tarde.
- Creo que hay una posibilidad, entonces.
- Discúlpenme un momento -interrumpió Brett-, saldré un par de minutos a atender una llamada.
- De acuerdo -le respondieron los actores, sentados en la mesa.

Daisy pensó que ese era un buen momento para preguntarle a Adam sobre aquello que había quedado pendiente.

- ¿Escuchaste mi recomendación musical?
- Oh. Sí, sí lo hice. 
- ¿Y qué pensaste sobre ella?
- Yo... en resumen, que la letra me atrapó un poco más que la melodía.
- A mí me gustaron ambos.
- Y a mí también, en realidad.
- Pero sobre la letra... No sé, pero sentí algo en particular, sabes...
- ¿Ah sí?
- Sí, me dio vueltas en la cabeza. Creo que la relacioné un poco a ti, o a Ben, o no sé exactamente como mencionarlo. Aún así, quería saber si era impresión mía.

¿Qué podía hacer Adam en ese momento? ¿Decirle que cuando la escuchó, no solo pensó en su personaje o en él, sino sobre todo en ella? ¿Que últimamente no es la única canción que le hizo figurar en su mente a Daisy? ¿Que ama a Joanne pero que no puede evitar sentir una conexión profunda con esa chica de ojos castaños que tiene en frente? ¿Que aunque no diga nada, cree que sus miradas terminarán por decirlo todo?

- Tuve una impresión un poco similar -dijo Adam.
- ¿En serio?
- Sí. Tener una guerra dentro de uno mismo, querer salir de donde estamos y cambiar todo. Es lo que siento...o bueno, lo que siente Ben. Lo que sentimos los dos.
- Ah... -Daisy empezó a sentir que se iba a paralizar. - Cuando dice "out of the black, into the blue".
- Pensé en ti cuando hablaron del azul.
- ¡AJAAM!

Daisy empezó a toser de forma extraña. Adam le ofreció agua a prisa. 

- ¿Te sientes bien?
- Ah... sí, no... no mucho. 
- ¿Quieres más agua?
- No, no, con eso basta. Se me va a pasar pronto.

Pero Daisy sentía que no se le iba a pasar mientras Adam siguiera estando a 30 centímetros de ella.

Brett regresó a la mesa y preguntó por el estado de Daisy, a quien veía con la cara ligeramente enrojecida. Ella dijo que quizás sería mejor para ella volver a su hotel, por lo que llamaron a Gilles, el conductor, quien llegó en pocos minutos.

- Espero que estés bien para mañana -dijo Brett, viendo a Daisy ingresar al auto.
- Si no puedo acompañarlos, espero que la pasen muy bien -aseguró Daisy. -Gracias por todo hoy.

Adam se quedó pensando en lo que acababa de decir, en cómo había hablado con ella, en que ni él mismo creía que hubiera dicho lo que dijo y menos de manera tan repentina. Era imposible arruinar la amistad con Daisy a raíz de eso, pensó. Pero él también creyó alguna vez que era imposible que pudiera pensar tanto en alguien que no fuera su esposa y ahí lo tenían, con una amiga a la que quería muchísimo, tanto que se preguntó si existiría alguna palabra especial para ese sentimiento hallado en él. A Adam le sucedía lo mismo que a San Agustín con el tiempo: cuando le preguntaban por eso, no lo sabía; pero cuando no le preguntaban por ello, lo sabía. 

La armonía del silencio. Cuando los sentimientos son inexpresables.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora