10. Mala influencia.

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10.
Mala influencia.

Sean Williams.

Cerré mis ojos, sin poder lograrlo de nuevo. Gemí con frustración, llevaba más de treinta minutos intentando dormir, se me dificultaba en gran manera y la razón era un total misterio.

Yo era de ese tipo de personas que no les afectaba en lo absoluto dormir temprano y volver a dormir en la noche, podía dormir todo el tiempo que fuera posible sin ninguna dificultad, sin embargo, hoy no era así.

Ahora comprendía lo que pasaba Mar todas las noches, papá siempre le arropaba temprano, a excepción de hoy ya que compartimos un momento en familia muy tarde, la niña siempre despertaba unos minutos más tarde e iba a la sala de estar a ver los canales infantiles que mi padre dejaba permitidos, ya que sabía que la niña siempre despertaba a ver televisión y la programación a éstas horas era un poco... para adultos, los demás canales estaban bloqueados hasta en la mañana, muy temprano, cuando mi padre los desbloqueaba para ver las noticias, como siempre lo hacía antes de ir al trabajo.

Mi padre no tenía el trabajo mejor pagado, pero era suficiente para mantenernos y tener algunos pequeños lujos, él era gerente en una empresa conocida de la ciudad, su locación era cercana y tenía un horario un tanto duro para los trabajadores, papá nós consentía y se esforzaba por ello, ya que su trabajo no lo dejaba con mucho tiempo disponible para compartir con nosotros y no recibía tantos días de vacaciones al año como el trabajador promedio.

Vaya, en serio no sabía qué hacer, mi celular no parecía una opción, ver televisión tampoco... las ideas estaban cortas hoy, al igual que el sueño. Al final decidí bajar por un poco de cereal y jugar con la consola hasta que el sueño acudiera a mí, o viceversa.

Bajé procurando no hacer ruido, no quería despertar a nadie y un regaño por estar despierto a éstas horas era lo que menos necesitaba, al estar en la primera planta, corrí a encender la luz de la sala de estar, la oscuridad no era mi aliada y en cierto modo le temía un poco, no apetecía andar a oscuras por la casa, tomando en cuenta los sonidos de "La habitación del pánico", hace poco decidí ignorarlos ya que eran tan rutinarios y repetitivos que la única opción era acostumbrarme.

Avancé hasta la cocina y allí busqué la caja de cereal, abrí el refrigerador y saqué la leche, entre las gavetas de los estantes saqué una cuchara y el recipiente en el cuál comería, vertí la leche y un poco de cereal en mi taza, al terminar mi creación guardé todo y luego de apagar las luces, corrí como un niño pequeño hasta mi habitación.

Prendí la consola y en la espera comencé a comer mis cereales, en realidad tenía hambre pero era algo tarde para comer algo más fuerte, por el momento tendría que comer algo pequeño o ligero, como lo es el cereal, además, debía admitir que tenía flojera para hacer algo más para comer.

El sonido de mi celular interrumpió mis divagues sobre la comida, se trataba de una notificación de algún mensaje recibido. Tomé mi celular entre mis manos y luego de desbloquearlo proseguí a leer lo que aquél mensaje decía.

Eleonor:

« ¿Realmente estás vivo, Sean?, planeo hacer tu funeral mañana, ¡Da señales de vida, chico!.»

Sonreí, ésta chica y su humor eran algo atrayente, si soy sincero. Realmente había olvidado completamente responder su primer mensaje, en el cuál pedía que llamara cuando pudiese, era un pésimo amigo.

Sean:

«¡Hey! ¿Qué tal?, perdóname por no haber llamado, en serio, he estado un poco ocupado con la mudanza y algunos pequeños planes, ¡Te llamo mañana!.»

Mi única estrella. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora