11. Ladrón.

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11.
Ladrón.

Courthney Myers.

Maverick aún no soltaba su computadora, y yo comenzaba a aburrirme.

- ¿Por qué eres tan aburrido? -Le pregunté, removiendome en su cama, él estaba en el pequeño sofá que había puesto junto a su estantería con libros.

Era tan fanático de la lectura como yo.

- Sabes que debo estudiar, ¿cierto?. -Respondió sin observarme, concentrándose más en su computadora.

- Sí, lo sé... Pero hoy papá y mamá pelearon de nuevo. No quiero quedarme sola. -Murmuré, en parte era cierto, se me dificultaba estar sola sin desanimarme luego de las discusiones. Siempre buscaba estar junto a alguien, en éste caso; Maverick.

- En algún momento todo...

- "Estará bien". -Interrumpí y repetí sus palabras de siempre, no sé porque no cambiaba su repetitiva frase, porque no tenía tiempo para pensar en otra, ya que ésta ya no me ayudaba, o no era lo suficientemente importante para él.

Me tiré de nuevo hacia atrás, observando hacia el techo con poco interés. Maverick desde niño había colocado algunas estrellas que brillaban en la oscuridad allí, era sorprendente que aún se mantuvieran casi intactas. Cerré mis ojos por unos minutos, hasta que, sin ser conciente, caí en los brazos de Morfeo.

[...]

Ese fue el momento de mi vida en que sí tomé las cosas en serio, sabía que éste hombre fácilmente podría dañarme a mí y a mi familia, robar lo que poseemos. Mi cuerpo parecía no querer reaccionar, aún estaba en shock, no era como si nunca hubiera visto un ladrón o algo por el estilo, pero seguía creando impacto en mí, ¿en quién no?.

Lo único que podía obsevar desde mi locación era su silueta, parecía estar en la sala de estar, siquiera podía escuchar sus cautelosos pasos. Decidí tomarlo de verdad, porque la situación lo requería, con todo el cuidado posible regresé por donde vine, tomé mi celular y llamé a la policía lo más rápido que pude. Bajé la voz lo más que me fue posible pero eso pareció no ser suficiente, las pisadas se habían detenido.

Él sabía que yo estaba aquí.

-Minutos antes-

Desde mi habitación escuché el ruido de la puerta principal, en la planta baja, lo más lógico y seguro era que mi padre había llegado tarde de nuevo.

Ésta vez no se escuchó el ruido de sus llaves, ni sus torpes pisadas, la luz no fue encendida como de costumbre y el ruido de algún tipo de forcejeo leve contra la puerta era lo único que podía escuchar en todo el silencio que inundaba mi habitación y la casa en su totalidad.

Esto no era algo normal, no era mi padre. La idea de que algún ladrón estuviera intentando entrar a la casa llegó rápidamente a mi cabeza, encendiendo todo sentimiento de pánico y temor que guardaba en mí, intenté respirar más lento y tranquilo, ya que había comenzado a respirar agitadamente y el aire parecía faltarme.

Descarté la idea, o eso intenté para calmarme, simplemente era mi padre, había olvidado sus llaves y el alcohol inundaba cada poro de su cuerpo, de seguro era eso... ¿Cierto?.

Mi única estrella. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora