La mansión Biergen

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Pasados quince minutos saltando por los tejados de las casas llegamos a una gran mansión, la mansión de la familia Biergen. Claude me dejo en el suelo con cuidado y me cogió de la mano sonriéndome tiernamente. El no sabía quien era yo, sin embargo me trataba como si fuera alguien conocida y preciada para el, yo me sentí a gusto en ese momento, pero al entrar en la mansión quedé sorprendida, un ambiente cálido y acogedor invadía la enorme sala, había niños pequeños y mayores por todos lados, corriendo y jugando, y una señora joven, rubia y de pelo ondulado, con los ojos marrones oscuros y vestida elegantemente, estaba sentada al lado de la chimenea acariciando un lobo blanco tumbado a su lado en la gran alfombra que había en el suelo. Claude me llevó hasta un despacho de la mano, abrió la puerta y entramos, allí sentado había un hombre fuerte, con una barba pelirroja y el pelo del mismo color, tenia unos ojos azules oscuros, vestía una capa de pelo blanco y estaba escribiendo en un papel con tinta negra, su fuerte olor invadía el despacho. Al verme se levantó y se acercó a mi arrodillándose al mismo tiempo, Claude siguió los movimientos de aquel señor. Tras eso me llevaron a la sala donde estaba esa mujer rubia, me sentaron en un sillón de piel y me miraron fijamente. El hombre pelirrojo se dirigió a mi con una fuerte voz:

 

-Señorita Charlotte, ¿como usted por aquí?

 

-¿S-Señorita Charlotte? ¿Habla conmigo?

 

-¿Con quien mas sino?

 

Tras unos momentos de duda me quedé pensativa y respondí con valentía.

 

-Señor, no se quien es usted, no se por que me llaman así, pero me gustaría tener una explicación a todo esto.

 

El hombre miró a Claude y el me miró a mi, yo seguía mirandoles seria, pues quería una respuesta clara. Claude me cogió la mano y me miró a los ojos.

 

-Charlotte, tu eres hija de Marcus Ville y Seira De Luding, la heredera de la familia Ville de Luding, tus padres han sido secuestrados por las brujas antiguas, ellas quieren dominar el mundo de las criaturas, y para eso necesitan a la heredera, osea tu, solo tu puedes pararles los pies, se que ahora no vives en la mansión de tus padres, ellos te enviaron con esos humanos para protegerte de las brujas y que fueras feliz, pero ahora necesitamos tu ayuda mas que nunca, mañana habrá una reunión en el Salón de las Siete Criaturas y tienes que venir con nosotros. Pero por nada del mundo debes beber sangre de otra criatura, ni dejar que nadie te muerda, evita eso por favor. Ah, se me olvidaba, este es Sebástian Biergen, mi padre, y esa mujer de allí es Sheiron Fille, mi madre, los demás son primos y hermanos.

 

Al oír lo que Claude me había contado me quedé pasmada, no podía articular palabra, parecía como si me hubiera congelado, Claude y su padre me miraban atentamente y lo único que mis labios pudieron farfullar fue:

 

-Q-Quiero volver a mi casa, por favor...

 

-Esta será tu casa por ahora querida -dijo su madre desde su asiento mientras acariciaba a su lobo-

 

Claude suspiró y su padre me cogió de la mano levantándome del sofá, yo me levanté aún sin poder decir nada mas. Claude me miraba con sus preciosos ojos y yo lo único que podía hacer era mirarle son cara de boba, Sebástian dio un fuerte silvido y todos los niños y niñas que había en la sala me cogieron en brazos, me llevaron a una habitación y me vistieron como ellos, una falda por la mitad del muslo, unas medias por las rodillas, unas botas, una camiseta de manga larga y una capa de pelo blanco. Claude al verme apartó la mirada sonrojado y su madre se levantó de un salto y corrió a abrazarme, ¡ella era bastante fuerte! Todos me miraban sorprendidos, pero yo estaba avergonzada, pues no sabia si con mi cuerpo podría ser tan guapa como se escuchaba en sus murmullos. La hermana mayor de Claude se llamaba Sophía, era pelirroja y tenía el pelo rizado, sus ojos negros tenían un brillo distinto al de todos los demás, era alta y delgada, la verdad es que era bastante guapa. Ella me guió hasta la que sería mi habitación por esa noche, allí me peinó, me ayudó a ponerme el pijama y me llevó la cena. Era muy amable conmigo, pensé que ella podría ser mi amiga. Después de un rato hablando me quedé dormida a su lado, ella me arropó con cuidado y cariño mientras esbozaba una sonrisa mientras yo dormía profundamente en esas suaves sábanas, esperando que llegara el día de mañana.

 

Ahora empieza mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora