Capítulo 1

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El sueño me fue abandonando y la consciencia se apoderó de mi mente. Me di la vuelta y estiré las piernas hasta notar que los dedos sobresalían. Me habría quedado en aquella posición hasta oír el grito de Patricia pero entonces recordé que hoy era el primer día de verano. Era mi estación favorita. Me incorporé y de un salto me bajé de la cama. Me deshice del camisón de mala manera mientras iba hacia el armario. Cogí un vestido de color marrón desgastado, me lo puse rápidamente y abrí la puerta a tiempo de encontrarme con Patricia que se disponía a despertarme.

‒ Buenos días – dije antes de darle un beso en la mejilla.

La esquivé y seguí por el pasillo hasta la habitación de mi madre. Entré y la vi sentada en su balcón con vistas al jardín.

‒ Buenos días, mamá – dije tocando suavemente su hombro.

Tardó unos segundos en mirarme. Tenía 38 años pero parecían muchos más. El pelo castaño salpicado de canas, las bolsas oscuras bajo los ojos, arrugas en la frente y alrededor de los labios agrietados...

‒ ¿Sabes que yo a tu edad me quedé embarazada de Martin? – me preguntó.

‒ Sí. Últimamente me mandas muchas de esas indirectas – contesté sentándome en una silla junto a ella.

‒ No serás joven y bella eternamente. Los hombres pueden permitirse casarse más tarde. ¡Sobre todo si tienen dinero!

‒ Lo sé, mamá, lo sé. Pero yo no quiero casarme – le reproché.

‒ Vanessa, tienes diecisiete años.

‒ Gracias, esta mañana me he despertado dudando de mi edad. ¡Qué rápido pasa el tiempo! – le interrumpí antes de que siguiera con una conversación que no quería mantener.

‒ ¡Vanessa! – me regañó –. A tu edad ya deberías pensar en tu futuro.

‒ Y lo hago, solo que mi futuro no incluye un marido insoportable y unos bebés llorones.

‒ Formar una familia significa mucho más.

‒ Martin se ha casado con una chica de la que está enamorado. Silvia también está enamorada de Martin. Ese no suele ser el caso y no es mi caso.

‒ Yo amaba a tu padre.

‒ ¡No suele ser el caso! Sebastian tampoco se ha casado pero como él es hombre no le das la tabarra.

‒ Tu hermano tiene tiempo, tú no.

‒ Odio discutir contigo así que por favor no saques más el tema.

‒ Esto no es algo que puedas evitar.

‒ Pero puedo aplazarlo y eso voy a hacer – dije poniéndome en pie.

Salí de la habitación ignorando la voz ronca de mi madre que me llamaba a gritos. Bajé las escaleras hasta el salón principal y me dirigí a la cocina. Antes de llegar me encontré con Sebastian en el comedor.

‒ Hoy es el primer día de verano, ¿por qué estás tan enfadada? – me preguntó.

‒ Si fueras mujer lo entenderías.

‒ Tal vez - respondió encogiéndose de hombros.

Entré en la cocina y cogí una manzana. Estaba a punto de salir cuando entró Jeremy. Le habían contratado la semana pasada para encargarse de los trabajos más duros de la casa y ayudar a Patricia en lo que necesitara.

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