Nuestra gran pérdida.

CAPÍTULO 3.

Todos estaban mal por lo sucedido pero nadie me preguntaba si estaba bien, si por las noches tenía pesadillas, si lloraba cada vez que no me miraban... Nunca nadie me había preguntado cómo me sentía y entonces desde aquello ya no era la pequeña de la familia, ya no era una niña pequeña, ahora me había hecho fuerte, por todo lo que me había pasado, por todo lo que sentía pero nunca decía.

Me encerré en mi misma como en un submarino, no dejaba que entrara agua, que entrara nadie. Así estuve hasta que pasaron los meses, empecé a hablar más con la gente pero aún así no solía contar nada de lo que pensaba, de lo que vivía a diario.

Cerraba los ojos, la veía, los abría, no estaba, así hasta que me propuse seguir adelante, no quería que me viera débil, que allá donde esté me vea ahora como la niña valiente que nunca había sido.
Así que sacando fuerzas de donde ni yo misma sabía, seguí adelante, sin dar explicaciones a nadie, no estaba bien, pero aseguraba que si...

Empecé a vestir diferente, nada de niña pija, escuchar música de otro tipo, el rap se convirtió en mi salvavidas, deportivas en vez de botas o algo parecido.

El cambio fue brutal, me sentía viva, todos lo notaron y la mayoría me felicitó, menos alguna que otra persona, no les gustaba verme cambiada, eso les molestaba y ver cómo les jodía a mi me agradaba.
Me decían que debía vestirme como las niñas, que mi nueva imagen no les gustaba, pero no eran conscientes que la gente diferente es la que marca la diferencia, así que que les den.

Mi mente daba pasos agigantados, no pensaba en lo mismo que todos los de mi edad, supongo que sería por las circunstancias. Me propuse salir de aquello me costara lo que me costara
y así fue, me aparte de las personas que no me hacían feliz y seguí al lado de las que sí.
Empecé por quitarme de la cabeza lo que ellos me metían en ella y si algún día leen esto, les tengo que dar las gracias por hacerme la persona que soy ahora, que los que deberíais de cambiar sois vosotros no yo.