Prólogo.

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—requiero una respuesta inmediata del porqué me has entregado esto —solicito restregando sus manos por la portada de papel con una imagen de una familia envuelta en una manta amarilla.

—señor Agreste, es primero de febrero.

—¿En serio Nathalie? —ironizó.

—el punto de esto, es que pronto será 14 de febrero.

—el día del amor y la amistad, entendí, pero ¿Qué rayos tiene que ver este libro?

—el día del amor, la amistad, la solidaridad y la familia, otro modo de decirlo, día de los corazones felices.

—¿De dónde sacas eso Nathalie?

—internet —el diseñador enarco una ceja indicando su molestia al percibir que su secretaria tomaba a pecho lo que encontraba en internet —Adrien necesita atención y usted debe dársela —el de faroles azules acalló sus pensamientos por tal revelación, jamás creyó escuchar algo así de su secretaría, la cual no lo decía de forma amistosa o como una recomendación, más bien una orden directa, lo que era incongruente pero certero.

—eso no interesa en estos momentos Nathalie, ahora llévate esto, yo no lo necesito —expresó alejando el libro, tomando el folder amarillo a su derecha, revisando los diseños para la colección de verano.

—con todo respeto señor, llevo años de conocerlo, también a Adrien, entiendo que quiere que su esposa vuelva —observó el retrato detrás de su superior —pero si no toma medidas también lo perderá, Adrien es tan solo un adolescente.

—tiene 14 años.

—un puberto —se corrigió al tiempo que alzaba la mirada—Adrien es su familia señor Agreste, él necesita atención, usted quiere que esté ocupado todo el día para que no tenga tiempo de pensar en el poco interés que le dedica —alzó un poco su voz, aunque inmediatamente se arrepintió.

—¡Lo estoy preparando para un futuro! —soltó con una pizca de molestia y vergüenza en su voz.

—no entiendo en qué le servirá saber tocar instrumentos si no lo deja asistir a las presentaciones que realizan en la academia —encaro al tiempo que cerraba sus puños y los dejaba descansar en sus caderas.

—siempre he admitido que se presente a las competencias de esgrima, lo deje ir al Collège, no permitiré que se vuelva un vago que solamente deambule por las noches.

—no puedo creer que diga eso —habló con indignación —no le da la oportunidad de socializar con sus amigos.

—ese chico Niño...

—Nino —corrigió.

—como sea, es mala influencia, al igual que la hija de los Rossi, una mentirosa de primera clase —soltó con tono de superioridad —como olvidar a la reportera fisgona, ni hablar de la chica que tomo mi preciado libro, aparte de altanera —suspiró —Adrien no tomaba nada que no le perteneciera, hasta que aparecieron esos chicos.

—es cierto, las personas cambian a las personas, pero... Desde la desaparición de su madre, Adrien siempre es feliz con sus amigos, hasta cierto nivel creo que ellos lo han ayudado a mejorar, como esa vez que empleo su perfecto manejo del chino, es más que el mejor de su clase, el mejor esgrimista del instituto, venció a la heredera de los Tsurugi.

—sé los logros que ha tenido mi hijo.

—ciertamente no lo parece, porque no lo he visto felicitando a su hijo, el cual quiere dejar de ser asfixiado, por lo que le doy este libro, para usted se volvió difícil el demostrar demostrar sentimientos, y aún peor, ha creado una barrera que por cierto, no quiere aceptar, para no acercarse a su hijo, que se vuelve pequeña con el temor de perderlo.

—no es cierto.

—sigue negandolo Gabriel, perdón —se disculpo al perder la formalidad —pero si no haces algo... Nadie culparia a Adrien de odiarlo.

—no creo que un libro baste.

—yo lo apoyaré —mencionó —quiero que Adrien tenga a su padre.

—"Pasos para demostrar que lo quieres" —exclamó con la mirada puesta en el título con letras blancas.

—y su continuación "Maneras de amar" —lo dejó en el escritorio, una llamada entrante interrumpió su conversación, la mujer se alejó atendiendo al teléfono, mientras que el hombre abría la primera página del libro entregado por su asistente, tal vez sería difícil, aunque sólo podía repetirse que era ridículo, ridículo porque su orgullo no dejaba que se quitara la venda de sus ojos.

Aunque no evitaba tener una opresión en su pecho, le había ocultado a la mujer un detalle del porqué en sus planes se borró el ser un buen padre, y justo en ese momento pensó en como era el pasado, cuando todavía se acercaba a un parque o disfrutaba de ver la lluvia, los abrazos familiares frente a la fogata que su esposa adoraba encender, incluso los 'te quiero' de Adrien. Con cierto remordimiento se acercó al cajón que resguardaba los restos del marco de aquél dibujo realizado por su hijo, sonrió con melancolía sintiendo el relieve generado por la crayola al acariciar su rostro, tal vez sus trazos no eran los mejores, tal vez incluso se atrevería a decir que no se asemejaba a la realidad, pero... Era especial.

Recordó aquel incidente en el que se akumatizado a si mismo, aunque había culminado en un terrible derrota, después de todo lo sucedido había logrado conectar con Adrien, eran tan certeras las palabras de Nathalie que lastimaban.

—sabes Nathalie, estaré ocupado estas dos semanas, crea un viaje de negocios y dale indicaciones a Félix de que las decisiones importantes están bajo su mando.

—correcto señor Agreste —una sonrisa se escapó de sus labios.

—también Hawk Moth estará de vacaciones —tomó aquel broche ocultandolo en su caja fuerte —le dedicaré estos días a mi hijo, solamente él será importante —afirmó, dudando en sus palabras, era capaz de confesar que había olvidado como ser un padre, la mujer asintió con entusiasmo.

Quizás lograría su propósito, aunque posiblemente podría terminar en un rotundo fracaso, pero en fin ¿Quién no ha arriesgado algo para ganar?

¿Demostrar Que Lo Quiero? [Miraculous] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora