Paso III
«¿Qué mejor que compartir palomitas y una práctica amena?
Nunca se conoce absolutamente todo de una persona, pero puedes intentarlo».Reglas: sea completamente sincero abierto y darle la liberta a su hijo de expresarse sin recibir un regaño.
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—¿Palomitas? —intrigado acomodó sus gafas mientras pasaba por las páginas —¿Ir al cine? Es absurdo —percibió algunos pasos desesperados, por lo que se apresuró a ocultar el libro que sostenía en sus manos.
—papá —titubeó.
—hijo.
—no encuentro a Nathalie —susurró.
—tiene un día libre ¿Por qué requieres de su presencia?
—es para... —titubeo —una tarea —mintió.
—bien Adrien, siéntate -el rubio asintió sentándose frente a su padre, dudando en como reaccionar —¿De qué es tu tarea? —preguntó, el menor miró sus manos nervioso —¿Por qué la mentira?
—es vergonzoso —musitó con las mejillas rojas, Gabriel entendió que pasaba por la cabeza de su hijo y soltó una suave risa, la misma que asustó al de esmeraldas vibrantes.
—vamos al cine —soltó de pronto, logrando el shock del adolescente, a quien se le enredaron las palabras de la impresión, mientras Gabriel buscaba en su computadora la cartelera.
—¿Estas seguro papá? —el mayor asintió, guiandolo a la salida de su estudio en donde ya su guardaespaldas esperaba, al ingresar en el automóvil Adrien comenzó a mover su pie nervioso.
Gabriel observó como su hijo mostraba sus típicos gestos de nerviosismo, ahora que estaba demasiado cerca percibía un leve ahora a camembert, lo que lo obligó a arrugar la nariz.
—¿Por qué te gusta tanto el camembert? —le preguntó, logrando que el rubio diera un pequeño salgo, evidenciando una vez más, lo nervioso que se encontraba por el pequeño viaje.
—tiene un sabor mejor que su olor —explicó, Gabriel asintió mirando por donde pasaban —papá... ¿Tu estabas enamorado de mi mamá? —preguntó de pronto, logrando que su padre perdiera un poco la compostura.
—que barbaridades dices Adrien, claro que estoy enamorado de tu madre —trató de recalcar, sintiéndose ofendido por la pregunta pero recordando que su hijo no sabía de sus andares de villano.
—¿Cómo es que lo sabías? —Gabriel acomodo sus gafas y se recargo un poco más relajado en los sillones del vehículo.
—cuando apenas nos conocimos, no podía dejar de pensar en ella, en su carácter y sus bonitos ojos verdes, tu madre siempre fue muy hermosa —susurró —luego comencé a preocuparme por ella de una manera casi irreal, poco después hacia malavares con tal de que estuviera bien —señaló —cuando nos conocimos ella estaba enamorada de alguien más, había considerado dejarla ir para que fuera feliz, pero me negué a permitirlo sin antes luchar, no soy un casanova ni un romántico, pero decidí darle una rosa cada día, hasta que ella me dijera que parara, en ese momento sabría que mi destino era amarla a la distancia y velar por su bien.
Gabriel observó a su hijo, un poco perdido, era una historia que claramente no le había contado pero que alzaba los recuerdos de su madre, de igual manera como a él.
—pero eso no pasó, con la 128 rosa me dijo que estaba enamorada de mi —susurró —y desde ese momento jure darle una rosa hasta el fin de mis días, porque realmente la amaba, la amo, el que perece alcanza —mi hijo asintió decidido, lo que claramente me generó la duda —¿Hay alguna chica?
—s-sí —sus mejillas enrojecieron, yo arquee una ceja pensando en que era demasiado joven para enamorarse, una jovencita en este momento de su vida solo podía traer problemas, quitarle tiempo y romperle el corazón —sé que no puedo...
—¿Cómo es ella? —pregunté logrando que sus ojos se iluminaran, tal como los de su madre cuando estábamos juntos.
—es —dudo, pero finalmente relajo su postura —simplemente maravillosa, es tan valiente y hábil, hermosa...
—¿estas enamorado! —solté, logrando que diera un pequeño brinco, mientras trataba de negar lo innegable, recordé lo del libro y me aclare la garganta —¿Estas seguro de ello? —pareció titubear un poco, pero luego asintió con firmeza —vaya, deberías invitarla a cenar.
—no creo que eso sea posible —volví a enarcar una ceja, recordando que tenía que ser flexible.
—las mujeres aman que las invites a cenar —señale —¿Cómo se llama? —le pregunté.
—La... —se detuvo mordiendo su lengua, yo lo mire creando todo tipo de conspiraciones ¿Lara? ¿Lais? ¿Laila? ¿Laisa? ¿Laura? ¿ERA UN HOMBRE?, me negué a esas ideas.
—¿y bien? —mostré seriedad, aunque por dentro estuviera a punto de gritar.
—La señorita Marinette —sus palabras tropezaron entre sí, pero al final soltó lo que menos quería escuchar.
—¿Cómo puedes...! —volví a ver el miedo, retrifique y traté de verme calmado —estar enamorado de tal excepcional señorita?
Dio un suspiro, para comenzar a hablarme de Marinette Dupain-Cheng, mientras trataba de imaginar alguna artimaña que esa ladrona estuviera utilizando para que me hijo estuviera así por ella.
—Es una heroína excepcional —soltó un suspiro, a lo que yo lo mire un tanto confundido ¿A qué se refería? —es una gran persona, una Super héroe sin poderes —trató de explicar, solo que parecía referirse a alguien completamente diferente, supuse que era el nerviosismo de hablar de chicas con padre.
Estacione el vehículo, mire hacia los demás autos, salí para quedarme en el estacionamiento, mi hijo me siguió en silencio, solté un suspiro, no sabía si estaba seguro de lo que estaba por decir.
—si realmente la amas... Puedes salir con ella —solté, arrepintiendome por un segundo, al menos hasta que vi su sonrisa y ojos iluminados, los mismo de Emilie cada que sucedía algo que la emocionaba —siempre y cuando no interfiera con tu desempeño, no quiero verte en portada de chismes o siendo tendencia —murmure, sintiendo como mi hijo me abrazaba.
Entonces, con ese abrazo comprendí que estaba haciendo lo correcto, aunque estuviera totalmente en desacuerdo.
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¿Demostrar Que Lo Quiero? [Miraculous]
Fanfiction¿Quién diría que su asistente olvidaría su puesto laboral? Gabriel Agreste, siempre pensó que Nathalie era una mujer que respetaba su autoridad, una asistente fiel. Sin embargo, la ceguera no sólo abarcaba su visión, también su corazón. Tan inmerso...