Paso I.
«Realiza pequeños gestos para dar a entender que está ahí, no tiene que ser algo físico, puede ser una carta».
—¿En serio? —cuestionó como si aquellas hojas engrapadas le dieran una respuesta consistente de que hacer.
«Un abrazo»
«Compartir el desayuno»
«Acompañe a su hijo a la escuela»
«Reglas: Aún no es tiempo de palabras de más, para eso debes de esperar».
—parece un juego todo esto —susurró, admiro los dibujos adjuntos a cada recomendación, acarició con la yema de sus dedos la ilustraciones rememorando cuando Adrien apenas era un niño, soltó un suspiro sonoro —Emilie ¿Está bien esto? —preguntó mirando la ventana con un cristal reforzado, al observar el cielo notó como las nubes se desplazaban dejando a la vista la brillante sonrisa de la luna —tomare eso como un sí —cerró aquel curioso libro dejándolo en el buró con su ventana de lectura, junto al armazón de sus lentes, se recostó acomodando nuevamente aquella almohada, la rodeó con sus brazos aspirando aquel olor invisible, que su mente generaba para no hacerlo sentir solo —buenas noches Emilie —con un bostezo cerro sus ojos deseando que esa fría almohada fuera su amada esposa.
El sonido irritante del despertador llegó a sus oídos generando un malestar en su cabeza, trato de cubrirse con la almohada blanca para tratar de ignorar la alarma matutina, con el retumbar de un par de tacones y la voz insistente de su hijo noto que ya era hora de levantarse, encaminandose a su baño personal abrió el grifo mojando su rostro; empezó con su rutina matutina, la misma de todos los días, acomodar aquel desastre de su lecho, colocarse su traje de absolutamente todos los días, planchado a la perfección, se observó al espejo colocando gel en su melena, limpio un poco de pelusa que se mantenía en el bolsillo de su saco, ya estaba listo para desayunar, si sus cálculos no fallaban estaba a tiempo para desayunar con tranquilidad.
Bajo por las colosales escaleras en dirección al gigantesco comedor, donde su hijo aguardaba con una profunda mueca de decepción, Nathalie observó a su jefe sorprendida, sin embargo no menciono nada, Adrien metió una cucharada de cereal a su boca.
—buenos días —exclamó de una manera casi inaudible —¿Dónde está mi desayuno elaborado? —mencionó con tono arrogante, el de ojos esmeralda levantó la mirada asustado por escuchar a su padre —¿Solamente desayunaras cereal?
—buenos días —el Agreste menor no podía ocultar la impresión de observar a su progenitor, sorprendiendo a su padre comenzó a toser desesperado.
—Adrien ¿estas enfermo? —preguntó con un gesto de duda —Nathalie llama al médico.
—no, n-o —fue capaz de articular entre su tos.
—¡Señor, Adrien se está ahogando! —Nathalie corrio hacia el menor alarmada, mientras que el diseñador reflexionaba sobre las palabras de su asistente.
¿Se refería a que todas las actividades lo ahogaban? ¿Por qué toser cómo loco para demostrar que se ahogaba en tareas?
Gabriel coloco una mano en su barbilla, sumiendose en sus pensamientos.
¡Adrien no se estaba ahogando en tareas, literalmente se estaba ahogando!
—¡Adrien! —exclamó alarmado, notando como su hijo bebía de su zumo con las mejillas rojas de vergüenza, a la vez que Nathalie lo admiraba sin entender que diablos pasaba por la cabeza de su jefe —¿Estas bien? —el de ojos esmeralda asintió con la miraba puesta en su desayuno —bien —nuevamente Nathalie lo observaba cuestionando si todo aquello era en serio, el de cabellos cenizos tomó asiento enfrente de su primogénito, el cual comió un poco más de cereal, observando consternado a su papá, trago con pesadez al observar la sonrisa del mayor —yo había pedido Hot Cakes, tal vez este en contra de tu dieta, sin embargo debes de desayunar correctamente para rendir a lo largo de tu día —pronunció, observó a su secretaría que con la mirada le indicaba que prosiguiera —¿Te molestaría levantarte más temprano mañana? —el rubio negó tratando de descifrar a que se refería el Agreste, mientras que Gabriel repasaba su plan —perfecto, Nathalie ¿Podrías comprar las cosas para hacer Hot Cakes mañana?
—claro señor —una sonrisa acaparó su rostro.
—bien —segundos después por la puerta cruzó su chef personal, el cual dejo frente a él un plato con su desayuno requerido.
El desayuno fue en un ambiente poco tenso desde la perspectiva de ambos, el menor consumía su desayuno con una sonrisa plasmada en su rostro, eran pocas las veces que desayunaban juntos, y aún mejor que Gabriel no sé concentraba en algún informe o periódico.
—papá —rogó porque la petición que haría —yo bueno —rascó su nuca con nerviosismo —quiero hacer nuevamente un voluntariado en un centro de gatos abandonados —pronunció.
—¿Nuevamente? —dirigió discretamente la mirada a su secretaría, la cual fingió concentrase en su tableta digital, Adrien había metido la pata en grande.
—sí...
—¿Cuándo lo hiciste por primera vez? —preguntó.
—el primero de Junio —susurró.
—¿Cuándo será?
—el 10 de febrero.
—¿Puedo acompañarte? —los ojos del menor se iluminaron mientras asentía gustoso —bien —la alarma de Nathalie les hizo reflexionar a ambos, Adrien consumió el restante de su cereal con rapidez, dudando en que hacer —corre, no quiero que llegues tarde a la escuela —el rubio asintió, mientras que Gabriel se levantaba dirigiéndose a la entrada, en donde esperaba su automóvil.
—lo está haciendo bien señor.
—creo que es cierto Nathalie.
Acompaño a su hijo hasta la entrada del Collège, en donde se despidió de el intentando tener calidez, siendo el tema de conversación de parte de los alumnos, lo observó ingresar acompañado de ese moreno que no aprobaba del todo, al igual que esas dos chicas imanes de problemas, bueno, solo una de ellas.
Al término de la hora educativa imitó la misma acción que realizó durante la mañana.
Definitivamente el ánimo del Agreste menor era otro, el cual no dejaba de sonreír, apesar de las pocas palabras su padre estaba preocupandose por el, no necesitaba nada más, pero... Tal vez sí.
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¿Demostrar Que Lo Quiero? [Miraculous]
Fanfiction¿Quién diría que su asistente olvidaría su puesto laboral? Gabriel Agreste, siempre pensó que Nathalie era una mujer que respetaba su autoridad, una asistente fiel. Sin embargo, la ceguera no sólo abarcaba su visión, también su corazón. Tan inmerso...