Capítulo 7: Secuelas

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La vergüenza no lo dejaba en paz desde el mismo instante en que confesó sus sentimientos, mucho peor era recordar cada cinco segundos el cómo salió corriendo en cuanto pudo tener las suficientes fuerzas en sus piernas. Lo que hizo no correspondía al accionar de un adulto maduro

Apenas si despertaba y ya se había envuelto con las mantas de forma que se convirtió en un capullo impedido de fijarse en la hora y en su mismísima vida. Estaba empezando a creer que fue muy mala idea confesar sus sentimientos. Rodó en la cama por unos instantes antes de detenerse y sacar la cabeza de su escondite para apreciar que en realidad ya era tarde y debía levantarse o retrasaría sin remedio todo su itinerario del día. Pero, ¿Cómo? Si había hecho algo tan vergonzoso el día anterior y sinceramente no tenía cara para salir de su cuarto

Tal vez empezaría por asearse, bañarse, vestirse y peinarse... sí, era buena idea

Tsuna tardó un largo rato en alistarse, incluso se quedó mirando el espejo empañado y dibujando formas espirales que le recordaban a las patillas de Reborn... oh sí, fantaseaba con cosas que tal vez no pasarían, pero quién podía negarle, aunque sea esa dicha. Tenía que tener valor y bajar a enfrentar el rechazo silente de Reborn, quien seguramente actuaría como si nada. Buen inicio –nótese la ironía-.



—Buenos días — saludó mientras tomaba asiento en la cabecera de la mesa

—Juudaime... se ve un poco decaído, ¿no durmió bien?

—Tuve algo de insomnio — Tsuna sonrió forzosamente mientras de refilón observaba a Reborn, el cual bebía su café y leía un libro de pasta negra. Ni una mirada furtiva... tenía razón... era un rechazo silente

—Ayer fue un día atareado, seguramente es el estrés de lidiar con todos esos regalos — sonrió Yamamoto sin percibir más de lo que Hayato notó

—Puede ser — Tsuna se sirvió jugo de naranja y suspiró quedito. Debía reponerse rápido porque la vida seguía y sus obligaciones no esperarían

—Por cierto, ¿qué flores te gustaría tener en la entrada, Tsuna-nii? — Fuuta miró al castaño quien pareció no entender sus palabras

—El castigo — mencionó Reborn quien parecía acabar con su café — que no se te olvide, Tsuna

—Cierto — dijo sin mirar al mayor — hoy empezarán su castigo. Buena suerte chicos y pueden elegir las cosas que crean más convenientes. Confío en su buen gusto — en realidad no quería lidiar con algo extra en su vida, así que se haría de la vista gorda si el gusto de sus guardianes difería y su mansión se volvía una extraña combinación de "arte"

—Sí — fue el coro desganado de casi todos, otros simplemente bufaron insatisfechos por el trabajo venidero

—Pero al menos espero que lo hayan pasado bien ayer — el castaño les sonrió con dulzura antes de morder una tostada con mermelada, casi instantáneamente escuchaba los pasos de Reborn quien procedía a abandonar el lugar mientras jugaba con la fedora en una de sus manos

—Por cierto, Tsuna — voz grave, rostro serio, calmadamente ocultaba sus verdaderas emociones

—¿Sí? — le pareció raro que su antiguo tutor no usara el apodo "dame" antes de su nombre, aun así, se giró hacia aquella voz tan... cercana



Todos se quedaron estáticos cuando el hitman se inclinó hasta estar a centímetros del rostro de Tsuna quien de inmediato quedó en shock. El azabache sonrió cínicamente grabando en su memoria la expresión de los presentes que él miraba de refilón, ese sería el inicio de una declaratoria irrevocable. Con extrema lentitud se acercó al rostro de Tsuna para lamer una pequeña mancha de mermelada posada en la comisura de esos rosados labios, para después darle un beso en la mejilla.

Tradición impensableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora