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En la penumbra de la noche, los detectives Catherine y Frederick caminaban por las frías calles de la ciudad, un silencio ensordecedor, acompañado por el eco de su caminar apresurado, los rodeaba sin cesar. A Catherine no le molestaba en lo absoluto, aquel sonido era tranquilizante que le permitía profundizar sus pensamientos; en especial para concentrarse en aquel desconcertante recuerdo, donde el reconocido "Ciro segundo, el grande" la persona más importante que se haya conocido en la ciudad, alguien que se preocupara por todo su pueblo, alguien que dejaría de lado la codicia que envuelve a los políticos, ese alguien que haría un cambio; daría un aviso importante a toda la ciudad, pero, ¿Porqué? ¿Acaso no sería mejor hablarlo por algún medio? ¿Para que necesita decirlo en carne propia?

Mientras Catherine se preocupaba en lo más profundo de su conciencia, Frederick continuaba su camino, sus pensamientos permanecían en un silencio absoluto, solo se concentraba en su respiración y su andar.
Suaves y frías corrientes de aire le daban un movimiento hacia atrás a el cabello de Catherine y a las chaquetas de ambos detectives.

Recorriendo aproximadamente 4 calles, el silencio que se encontraba en un limbo entre la incomodidad y la tranquilidad fue roto por las voces de miles de personas agrupadas en la plaza, algunos armados con cámaras para capturar el momento, los policías se preparaban alrededor de la multitud en caso de un alboroto, como perros acorralando al rebaño en el gran lugar; los alrededores eran edificaciones antiguas de los simples 2 pisos, aunque estaban bien cuidadas, observar los alrededores era como volver al pasado, las calles y las luces le daban aquel toque nostálgico de tiempo atrás. Las conversaciones no cesaban entre las personas que observaban la estructura principal de la plaza, una gran edificación con tres pisos que se extendía por las calles detrás de esta, no importaba la perspectiva, era un lugar realmente grande.

Los minutos pasaron, el frío de la noche era cada vez más intenso, las personas se aburrían cada vez más; hasta que finalmente el edificio central encendió las luces del tercer piso, de allí tres objetos aparecieron por fuera del balcón.

Dos esfinges a los lados, dos réplicas iguales a los detectives Catherine y Frederick  , en el centro se encontraba colgando del cuello Ciro 2, que a causa de la falta de oxígeno reaccionó forcejeando en un intento desesperado por salvarse, pero sin éxito alguno.

Ciro el grande había muerto.

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Fin del capítulo

número de palabras

407

El té, la oscuridad y la muerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora