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-Um... por aquel pasillo.

-Como quieras.

Ambos caminaron en dirección norte, donde por un largo pasillo se extendían algunas puertas, a Frederick le llamo la atención un par de puertas blancas con manchas de pintura, con algo de curiosidad Frederick intento abrir la puerta, para luego concluir.

-Esta cerrada.

-Yujuuuuu ¿que hacen por aquí?

Aquella voz irritó a Catherine, algo que sólo Kokichi podría lograr quebrar su paciencia, su mera existencia.

-Eyyyyy ¿que hacen?

-No te incumbe.

-Hayyyy no seas tan ruda conmigo, solo pregunto.

-Y yo solo respondo.

A Kokichi no le agrado en lo absoluto aquella respuesta, y comenzó a llorar como si un niño fuese.

-WAAAAAAAHAAAAHAAAA PORQUE ERES TAN CRUEL, ahem, ya me siento mejor.

A Frederick le impresiono su cambio de actitud, ¿como era posible llorara para que se calmara en un abrir y cerrar de ojos?

-Coooomo seeea, están en frente de el laboratorio de nuestra artista favorita Angie, y supongo que no abre huh, déjenme intentar.

Kokichi apartó a los detectives, y golpeó varias veces a gran velocidad la puerta exclamando.

-Annnngieeeee, abreeeee.

Silencio, luego Catherine intento hacer que Angie abriera, Silencio, en eso a Kokichi se le ocurrió algo.

-Bueno, será momento de utilizar mi arma secreta, ¡a un lado!

Kokichi  aproximó su rostro a la puerta buscando algo en su bolsillo, Frederick en ese momento intento llamar la atención de Angie.

-¿Angie? ¿Puedes abrir?

Luego de preguntar se escuchó el cerrojo abriéndose, al igual que la puerta, impactando contra el rostro de Kokichi rompiendo su nariz y dejándole aturdido, cayendo al suelo sentado.

-Ugh...

-Oh! Frederick, Catherine, ¿Que puedo hacer por ustedes?

-Ah bueno, solo venimos a echarle un vistazo a tu laboratorio, no tienes que preocuparte.

-Esta bien, ¡Pasen, Pasen!

Dejando a Kokichi en el suelo retorciéndose de dolor, los detectives ingresaron al laboratorio, encontrando algo realmente peculiar; más esfinges de personas casi reales, como las que aparecieron colgadas la noche anterior. solo que son otras personas, entre ellas estaba Shuichi, de ojos grises y pelo color azul prusia oscuro, usando el uniforme que tenia Frederick puesto, sonriendo. Catherine al verlo estaba al borde de dejar escapar algunas lágrimas, pero reprimió sus sentimientos dejándolos a un lado, preguntándole a Angie.

-¿Para que son esas esculturas? ¿Porque "ellos"?

-Es solo un pequeño proyecto, no hay de que preocuparse.

-Entonces, ¿Tu hiciste nuestras esculturas también?

-Sí, Sí, realmente lindas, ¿verdad?

-Pero porque... ¿Quien te pidió hacerlas?

-...

-¡Responde!

El tono de voz de Angie se volvió más grave, más serio.

-... Esa persona no quiere que lo diga, si lo expongo mi vida correrá peligro, quiero vivir si, no puedo decirte, no puedo.

Ambos detectives observaban a Angie con temor, ella demostraba una sonrisa, pero sus ojos no decían lo mismo, enseñaban miedo y desesperación; detrás de ella las esfinges sonreían, dándole un aspecto tétrico, Angie prosiguió.

-No quiero morir, tengo miedo, investiguen lo que quieran pero no confesaré nada, Frederick tiene acceso, cierro con seguro solo cuando estoy adentro y abro a muy pocas personas, también hay una puerta trasera, pueden salir por cualquiera.

Angie camino lentamente hacia Frederick, haciendo contacto visual directo.

-Por favor, encuentre al culpable, no quiero morir.

-S-Si, lo haré, por ti.

-Gracias, suerte.

Ahí su tono y expresión cambiaron a una más alegre, la misma habilidad de cambiar de expresión de Kokichi, igual de aterradora.

Rápidamente ambos salieron de la habitación, mientras Angie se despedía moviendo su mano de lado a lado, sonriente.

-Bye-onara!

La puerta se cerró con seguro detrás de los detectives, buscando con la mirada notaron que Kokichi ya no estaba allí, Catherine decidida le dijo a su acompañante.

-Huh, así que Angie sabe quien es el culpable, tal vez podamos hacer que hable.

-Pero ¿cómo?

-Pensaré en eso después, por ahora iré a investigar la biblioteca, puedes ir a investigar en algún otro lado.

-Oh bueno, si insistes.

-Bien.

Así, Catherine comenzó a caminar con paso firme hacia la biblioteca, dejando a Frederick solo, él comenzó a caminar en dirección contraria a Catherine, encontrando una puerta corrediza color vino tinto, con un ligero empujón ingreso a la habitación.
Tenia la apariencia de un museo, vitrinas con exhibiciones exóticas en el interior, desde libros y esferas, hasta una caja de metal con una estatua de madera en forma de la cabeza de un perro danés encima; dentro se encontraba Korekiyo, que leía un libro sentado en una alfombra verde con bordados rojos, este noto la presencia del visitante.

-Ah Frederick,investigando, ¿correcto? siéntete libre de inspeccionar cada rincón, si deseas también puedes preguntar por los objetos que se encuentran a tu alrededor, no me negaré a responder.

-Bueno, ya que me lo permites, comenzaré justo ahora.

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Número de palabras

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El té, la oscuridad y la muerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora