08

84 20 25
                                    

Leo: *Observa el mapa desgastado*―¿Y porque me dice esto?

Señor: No lo sé, solo vi que en tus ojos que tú tienes las agallas para enfrentarte a una aventura peligrosa, aunque aún eres muy joven para hacerlo, pero lo harás un día de estos. Note que al entrar observarte muy bien a tu alrededor, ¿puedo preguntarte que observabas?

Leo: Una manera de escape, no me fío de cualquiera siempre analizo a quienes me rodean, hacia planes de ataque por si esto era una trampa *se lleva el cabello para atrás*―es una costumbre de niño, nunca me confió demasiado, no tengo nada que ocultar en esos casos, si me va a atacar bien, pero note que su agilidad está muy baja como para que pueda hacer algo

Señor: Eres un luchador, me agradas demasiado, pero veo soledad en tus ojos *toma asiento*―mucha soledad que no ha sido llenada, no necesito conocer tú historia para saber que te han rechazado demasiadas veces

Leo: Puede ser *lo observa serio*―pero eso de los mapas, tesoros, aventuras es demasiado. Mi mundo son otras cosas así que dígale a alguien que si le interese *intenta salir por la puerta hasta que ve como el anciano trata de detenerlo intentado correr hacia él notando como las desgastadas piernas del hombre mayor pierde el equilibrio haciéndolo caer contra el suelo, pero unos brazos sostienen su cuerpo antes de caer*―no debe esforzase, mire lo haré solo que aún es muy pronto, ¿vale? *suspira resignado*

Señor: Muchacho debes encontrar ese tesoro, aún no es la hora, pero un día te llegará una carta entonces sabrás que es hora de ir en su búsqueda

Leo: ¿Busquedas?, ¿Señor en que me está metiendo? *lo mira fijamente*

Señor: Ese tesoro tiene un tiempo de espera, se lo prometí a un amigo, ese secreto nunca saldría de ese tesoro. Por favor ayúdame a encontrar ese tesoro cuando sea la hora

Leo: Supongo que no tengo opciones, pero nada es gratis en esta vida, ¿qué puedes entregarme que me pueda interesar? *alza la vista indiferente*

Señor: No tengo mucho, pero solo puedo entregarte esto *saca unas perlas* ―eran de mi esposa, me las confió…cuando las necesitarás las podía usar, no tengo más que eso es lo único de valor que puedo entregarle… *comienza a llorar*―por favor ayude a este anciano…no tengo a nadie a quien pedírselo…

Leo: *Suspira pesadamente*―esta bien, no quiero esas perlas no son de mi interés *ve como el anciano comienza a perder el equilibrio, pero lo sostiene*―oiga tranquilo, le ayudare mire no me interesa nada material, si usted sonríe entonces creo que eso me basta *trata de darle una mirada compresiva*

Señor: Muchas gracias *lo abraza*―eres un buen muchacho después de todo

Leo: No, solo no quiero que se humille de esa manera *se separa* ―usted es un anciano, podía sacarle provecho a su sabiduría, ¿Qué tal que le visite más seguido?, me suenan interesante sus historias de juventud

Señor: Estaría encantado de verte *sonríe*

Leo: Solo no me sirva café *sale por la puerta*―nos vemos mañana supongo…

En la actualidad

Martín: ¿Te vas porque le prometiste a un anciano que irías a buscar un tesoro? *lo mira sin entender*

Leo: Algo así, soy hombre de palabras así que debo cumplir. Después de todo ese hombre me enseño muchas cosas valiosas

Romeo: Oye no crees que eras un poco cruel con las personas, hiciste llorar a un anciano. Digo eso ni siquiera yo podría hacerlo

El internado para idiotas 2 [Libro4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora