Una sacudida violenta me despertó de repente, la cabeza me botaba encima de la almohada.
- ¡Despierta ____!- me dijo una voz chillona bastante familiar.
bufé y me acurruqué más bajo las sabanas.
- Vamos levanta.
- Lia tengo sueño.
- Pero ya es de día- Siguió saltando.
- Pero tengo sueño
- Ya dormirás cuando te mueras, tengo hambre.
Bostezé y me estiré, al momento me sentí un tanto mareada. El reloj de la mesilla marcaban las diez en punto. Lia me miraba ansiosa sentada en la cama con los ojos de par en par y sus rizos alborotados. Me froté los ojos para acostumbrarme a la luz.
-¿A donde fuiste anoche?
-¿Que?- Me escocían los ojos impidiendome verla bien.
- Te vi marcharte con una toalla , quise esperarte despierta pero me quedé dormida.
Me senté en la cama y un dolor de cabeza insoportable seguido de una tos seca me invadieron. me sujeté la cabeza con las manos, aún tenía el pelo húmedo de ayer.
- Cuando él me despertó tu ya estabas aquí dormida.
-¡Chicos el desayuno!- La voz de mi madre se oyó por toda la casa.
-¡Comida!- celebró Lia.
- Hey hey espera, tengo que arreglarte esos pelos.- rió.
Me quité las sabanas de encima y la senté en mis piernas. Mientras intentaba recogerle todos los rizos en una cola alta, dijo;
- Vino tu amigo a verte.
-¿Que Amigo?- volví a toser.
- Mientras dormías, y era alto alto alto- alzó las manos simulando lo alto que era.- tenía una gorra de béisbol y abrigo negro.
-¿Lia de que estás hablando?
- El me despertó. Me dijo que no te dijera nada, te miró muy cerca mucho tiempo y después se fue.
Reí ante sus ocurrencias.
- Es verdad
- Lo habrás soñado- dije al fin terminando su cola alta.
- No lo soñé, pasó de verdad yo lo vi, a lo mejor era el Ratón Perez.
Volví a reir y tocaron la puerta levemente.
-¡Está abierta!- Grité.
Ethan asomó la cabeza- Ah, ya estais despiertas- entró a la habitación dejando ver que sólo llevaba unos boxers grises Calvin Klein.
- Ethan por favor ya podrías taparte un poco- Me quejé apartando la vista y tapándole los ojos a Lia.
- No te quejes, sería peor si siguiera gordo.
Ethan era alto de espalda ancha, del tipo flacucho musculoso, gracias a los entrenamientos de mi padre pasó de ser una bola de grasa a... algo aceptable y no tan grasiento.
- Tienes 20 años, eres demasiado viejo para enseñar nada por ahí.
Rodó los ojos y Lia rió.
-¿Y tu de que te ríes enana?- Ethan cogió a Lia y se la llevó escaleras abajo haciendole cosquillas.
- ¡Dios santo Ethan vistete!- La voz de mi madre me hizo estallar a carcajadas.
Aún seguía pensando en lo que había dicho Lia, estaba convencida de que sólo lo había soñado, ¿Quien iba a entrar a la habitación en plena noche? bueno la ventana estaba abierta pero dudaba mucho que alguien pudiera escalar hasta aquí arriba. Era imposible.
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