Colisión - Hazek

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¿Cuál es tu razón para seguir viviendo?, ¿Quién o quiénes hacen de este mundo, un lugar menos miserable para ti?, ¿Quién o quiénes son un pilar en tu vida? En 1999, mi familia era la respuesta a todas esas preguntas. Y aunque esto suene normal para un chico de 11 años de edad, mi caso era un tanto especial. Al ser un pequeño adolecente de no más de 40 kilos y una estatura por debajo del promedio, no era raro que fuese presa de todas las bromas y burlas de los "brabucones" del salón. Cada día era atormentado por bromas, golpes, empujones, insultos y burlas... No sé cómo empezó todo, solo sé que de un día para otro la escuela se volvió un suplicio, desde que entraba al salón hasta que sonaba la campana, el sonido que significaba que podía regresar a casa, con gente que no me haría sufrir. Lo que más me dolía de mi situación, era el hecho de que, al ser el blanco de los brabucones nadie quería una amistad conmigo, por el miedo a ser molestados igual que yo, incluso preferían reírse de mí, burlarse de mí. Nadie me dirigía la palabra, sino era para molestarme, nadie me ayudaba, estaba completamente solo en ese mundo de animales salvajes.

Pero al menos tenía a mi familia; a mi papá, a mi mamá y a mi pequeño hermano. Además la escuela primaria estaba a punto de terminar, y con ella mis pesadillas diarias. Poder ver esa luz al final del túnel me hacía sentir muy tranquilo, me hacía esperar mucho de lo que vendría para mí y para mi familia. Mi padre siempre fue un hombre trabajador, protector y una magnifica inspiración para mí, era la persona más inteligente que conocía y siempre tenía una respuesta a cada pregunta, y a veces también preguntas para cada respuesta mía. Mi madre era muy hermosa, con una sonrisa endulzante que al mirarla te hacia olvidar cualquier dolor o malestar emocional, siempre tenía un abrazo para cada día difícil y una manera de hacerme soñar con grandes cosas. Recuerdo que nos leía todas las noches a mí y a mi hermano: grandes historias como La isla del tesoro, los cuentos de los Hermanos Grimm, novelas de Julio Verne y algunas historias cortas. Mi hermano, era muy curioso y despierto, siempre estaba detrás de mí preguntándome qué iba a hacer, siempre quería jugar conmigo y sacarme alguna sonrisa cuando tenía mi cara larga.

Una semana después de haber terminado la escuela, mi padre me dijo que íbamos a realizar un viaje, ya que uno de mis tíos nos había invitado a pasar las vacaciones en su rancho. Me emocione mucho, porque era de las únicas veces en que podíamos pasar vacaciones fuera de casa. Al viernes siguiente nos levantamos temprano y nos subimos a la camioneta junto con nuestras maletas, para empezar el viaje. Sin imaginar lo que estaba a punto de pasar.

Al entrar en la carretera, comenzamos a ver un poco de neblina enfrente, pero conforme avanzamos hacia un camino que atravesaba por varios cerros, la neblina pareció asentarse más y más. Llego un punto en el que la carretera se volvió invisible, solo podíamos ver el manto grisáceo frente a nosotros. Mi papá decidió buscar un lugar para estacionar el carro y esperar a que la neblina se disipara. Yo estaba muy asustado y mi pequeño hermano al ver mi cara, intento jugar conmigo, haciéndome cosquillas para así cambiar mi semblante, pero enserio que estaba muy preocupado por la situación, tanto, que no vi el momento en el que mi hermano desabrocho su cinturón, para alcanzarme mejor. Mi madre al ver eso, le dijo en repetidas ocasiones a mi hermano que se sentara y se pusiera el cinturón. Por desgracia mi hermano hizo caso omiso, así que mi mamá desabrocho su cinturón, volteo su cuerpo hacia el asiento trasero y estiró los brazos para alcanzar a mi hermano y ajustar su cinturón. Todo pasó en segundos, un gran pitido se escuchó aproximarse, mi madre volteó la mirada hacia la ventana de enfrente de la camioneta, mi papá trató de tomar con fuerza a mi mamá y yo solo me quede inmóvil, observando todo en cámara lenta, esperando que todo fuera una de mis pesadillas.

Un camión impacto directo contra nuestra camioneta, mi cuerpo salió volando hacia enfrente y fue retenido por el cinturón de seguridad, choqué contra el asiento de enfrente y regrese inconsciente hasta mi asiento de forma brusca... Cuando por fin recupere la conciencia, sentí un gran dolor en mi cuerpo y mi mirada estaba clavada en mis pies. De pronto todos los recuerdos del choque vinieron directos a mi mente, como una oleada de imágenes estremecedoras. Volteé hacia el costado buscando a mi hermano y no encontré la más mínima pista de él, tampoco estaba mi mamá en su asiento, pero cuando voltee al frente, me encontré con una escena aterradora para mí, todo estaba congelado frente a mí, era como una fotografía siniestra con una escena trágica. El vidrio de la camioneta estaba completamente destruido, el cuerpo de mi padre estaba sobre el tablero y el volante lleno de sangre, más allá del vidrio mi madre estaba suspendida en el aire por encima del cofre destrozado de la camioneta, no sabía que estaba pasando. Me empezó a faltar el aliento, las lágrimas comenzaron a escurrir por mi rostro y mi mente colapsó por unos minutos. Ya no había nada que pudiera hacer en ese momento, pero aun había una pregunta en mi mente. ¿Dónde estaba mi hermano?, no fue difícil averiguarlo, una vez que salí de la camioneta y miré detenidamente el cuerpo de mi madre desde otro ángulo, noté que sostenía algo entre sus brazos. Al ver aquella escena me sentí levemente aliviado de que mi hermano estuviera ahí, pero mi cuerpo estaba vacío, me senté al costado de la carretera sin saber qué hacer, en mi mente estaba la idea de qué en el momento que quisiera, el tiempo retomaría su curso. Pero no quería que eso pasará, pensé durante horas en regresar en el tiempo, pensé que sería capaz de retroceder hasta antes del choque, hasta antes de que pusiéramos las maletas en la camioneta, regresar y convencer a mi papá de que no quería hacer el viaje, pero fue imposible. Las horas se convirtieron en días, los días en semanas y las semanas en meses. Hasta que un día una voz aguda me despertó de mi ensueño, diciéndome que lamentaba mucho aquel accidente, pero que el tiempo debía seguir su rumbo no importando qué, que nadie era capaz de detener lo inevitable. Mi madre falleció aquel día, mi padre quedó en estado de coma y fue hospitalizado durante 7 meses, hasta que un ataque de neumonía nos lo arrebató por completo. Así que mi hermano y yo fuimos a vivir con mi tío, fue un buen hombre con nosotros todo el tiempo que estuvimos con él, nos brindó la mejor ayuda psicológica que pudo, y nos quiso como sus propios hijos. Pero siempre quedó en mí la cicatriz emocional del qué hubiera pasado si el tiempo se hubiese detenido segundos antes.

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