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P A I G E

—Estoy agotada —gimo mientras Paulette y yo salimos del auditorio. Ella sonríe, respondiendo enseguida:

—Ni siquiera es tanto por el esfuerzo físico, todo es causa del estrés. La idea de que en este momento pueden estar evaluándonos, y que de eso dependerá todo nuestro año.

—Todo nuestro futuro —secundo—. ¡Pero tú no tienes problema! Eres famosa, talentosa, y has ganado las nacionales dos años seguidos. Serían unos tontos sino te dejaran entrar.

Paulette no se sonroja ni parece sorprendida por mis palabras, pero eso no le quita ni un poco de su sencillez, sino que hace que hasta me agrade más.

—Todo lo que he logrado lo he logrado gracias a mis esfuerzos, al trabajo duro. No es porque sea la mejor —pone la mano en mi brazo, generando confianza y cercanía—. Por lo que he oído de tí, no te gusta mucho el baile. Aun así, sé que tienes talento natural y si lo desarrollas podrías llegar muy lejos, ser incluso mejor que yo.

—¿Yo? ¿Mejor que tú? —pregunto, sin creerlo—. Soñaré con eso, de verdad.

Paulette y yo reímos juntas. Ella se detiene cuando hemos salido del auditorio, enseguida comenzando a observar el lugar como si buscara a algo, tal vez a alguien.

—Tengo que encontrar a mi mejor amigo —explica—. Él está aplicando para la área de ciencias, pero no sé si ya haya salido.

—Mira, pues que gran coincidencia —digo—. Mi mejor amiga también está aplicando para el área de ciencias y lleva haciéndolo por tres años seguidos, así que sé exactamente donde está. ¿Quieres que te lleve?

El rostro de Paulette se ilumina, sus ojos verdes son tan expresivos que puedo leerla con sólo verlos.

—Sí —responde. Saca su celular, checa sus mensajes, y farfulla—: Dios, mi tía me tiene harta.

—¿Qué pasa con ella? ¿Es estricta? ¿Qué haces con ella? —pregunto. Ella entrecierra los ojos, como diciendo que no me meta en su vida, pero luego relaja el rostro, respondiendo:

—Acabo de mudarme con ella y no me deja en paz. Nunca nadie había sido tan estricto conmigo.

—¿Y dónde vivías antes? —no puedo evitar preguntar. Es como si solo tuviera que saber todo siempre, por eso no puedo mantenerme callada.

—En Fanning, con mí abuela —responde sin incomodarse en absoluto por que sea tan fisgona y curiosa. Eso hace que me agrade más. Dos puntos positivos ya agregados a su lista.

—¿Y por qué vienes a vivir con tú tía? ¿No pudiste sólo quedarte con tú abuela y vivir tranquila?

—Mi abuela murió —confiesa. Enseguida siento que la vergüenza me paraliza, pero ella sigue estando tan inmutable que me dan escalofríos.

Llegamos fuera del edificio de laboratorios y especialidades, me detengo y digo:

—Es aquí —trato de buscar las palabras indicadas, luego me disculpo diciendo—: No debí de entrometerme tanto. Lamento mucho...

—He hablado con East muchas veces sobre esto, sobre lo que implica que mí abuela se haya ido, el que voy a extrañarla pero tampoco hay forma de regresarla a la vida. No hay nada que pueda dañarme en estos momentos.

—Espera... —me detengo a pensar, hay algo que se me está pasando— Creo que recuerdo ese nombre de algún lugar, pero no sé de donde.

—East no es un nombre muy común —dice—. Mi amigo se llama East Wong, sus padres son coreanos, así que eso le agrega un poco más de dinamismo a su nombre.

Líneas Rectas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora