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E A S T.

—Me encanta venir a la playa, es tranquilizante —dice Gloria, la abuela de Paulette, mientras bajamos de su minivan. Mi vista cae hasta el horizonte, no pudiendo más que apreciar la majestuosidad de la naturaleza.

No nos gusta venir a la playa en la mañana, siempre venimos en la tarde, más o menos a las cinco, para tener una hora para nadar, y, más o menos a las seis, ver el oscurecer.

Otra tradición que tenemos respecto a la playa es siempre, sin dudar, venir a Playa regatas.

Sé que se supone que toda la costa es la misma en el puerto de Fanning, nuestra ciudad, pero por alguna razón las personas han decidido dividirla y asignarle nombre a sus, "playas", para darle distinción a unas de las otras y también poder tener más organización.

Playa regatas es una de las más solas y descuidadas de la ciudad. Por eso nos gusta, porque tiene este aire natural que otras playas no tienen por ser comercializadas y todo eso.

Para poder llegar aquí tuvimos que ir hasta la autopista, tomar una desviación y subir a este puente maravilloso que nos lleva a esta maravillosa playa.

Así que ahora estamos aquí, con unas cuantas personas cerca de nosotros sin ser un número excesivo de ellas.

—¿Soy yo o East está muy raro hoy? —pregunta Paulette, mirándome de esa forma cantarina en que suele mirar a todos. Sus ojos parecen estar riéndose siempre, una de esas risas de personas que creen saberlo todo, pero a la vez saben que no saben nada.

Quiero responder que no puedo estar raro si todo está raro de por sí, pero en lugar de eso pregunto, siguiéndole el juego:

—¿Por qué piensas que estoy raro?

Su abuela, que ya se ha acomodado en su lugar, dice:

—Paulette siempre piensa que todos están raros. Es parte de su naturaleza.

No puedo evitar mirar a Gloria con preocupación, fijándome en su rostro y en lo mucho que ha adelgazado. Es parte de su enfermedad, lo sé, pero me parece molesto.

—Abuela, se supone que me ayudes —dice Paulette, entrecerrando sus ojos hacia ella en forma fingida—. Pero no, siempre tienes que apoyar a East, tú nieto postizo favorito.

—Es el único nieto postizo que tengo, tendría más si fueras amigable y tuvieras más amigos.

—Abuela, por como hablas de mí, uno creería que soy el tipo de persona que vive encerrada en su casa. ¡Soy sociable!

—Sí, sigue pensando eso —responde Gloria, con su habitual humor.

Mientras nieta y abuela siguen discutiendo las habilidades sociales de la nieta, voy y saco nuestras dos sillas para tomar el sol del portaequipaje. Una de esas sillas fue comprada por mis estrictos padres al saber que vendría a esta playa, la cual calificaron como insalubre, y la otra es de Paulette, la cual compró con el dinero que ganó en las nacionales el año pasado.

Una vez las instalo, me acuesto en la mía. Me gusta tomar el sol antes de meterme a nadar.

—Sigo diciendo que estás raro. No nos hablaste de ningún dato curioso en el camino y no has dicho nada de, "La majestuosidad de la naturaleza", o uno de esos comentarios inteligentes que siempre haces —dice Paulette, que viene a sentarse a mi lado a pesar de que siempre prefiere aprovechar cada momento en la playa nadando.

No sé que se supone que debo contestar. No puedo decirle la verdad porque no quiero desestabilizarla.

La realidad respecto a todo es que no puedo pensar en otra cosa más que en Gloria.

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