El mismo día, distinta perspectiva...

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Salió de la consulta sintiéndose más liviana, como si una carga que llevaba en su pecho desapareciera completamente al haber visto esas escenas. Con una sonrisa en su rostro Liz, luego de pasar al supermercado, se dirigió a su pequeño departamento para pasar la noche más tranquila desde que apareció su jefe.

Ya en su puesto de trabajo a las 9 de la mañana en punto, ella se preguntaba qué pensaría su jefe acerca de todo el tema de las vidas pasadas y regresiones, lo más probable es que lo encontraría una tontería y la mandaría devuelta a trabajar en los escritos recién llegados.

- Señorita Paterson.

Enfrascada en sus cavilaciones, tuvo un sobresalto al escuchar la profunda voz del hombre que había acechado su mente en cada minuto desde que salió de la consulta de Jaime. Respondió a su jefe luego de un momento y se levanto rápidamente de su puesto al ver que le llamaba para recibir los últimos manuscritos revisados por ella durante la semana. Con las manos cargadas tuvo un traspié al entrar a la oficina, haciendo que cientos de papeles volaran en el aire. 

En un momento mientras ella los recogía rápidamente, vio a su lado dos zapatos de calce perfecto de color negro, a su vez comenzó a subir su mirada hacia las espectaculares pantorrillas y asimismo a las piernas que recordaba perfectamente desde su regresión, solo que en ese caso se encontraban desnudas bajo un kilt escocés.

- ¿Cómo es posible que no puedas hacer esto bien? No era una tarea tan difícil el trasladarlos 3 metros desde tu cubículo ¿o sí? – comenzó a refunfuñar mientras se inclinaba para amontonar los papeles que se esparcieron por el resto de la oficina. 

Atontada, Liz por primera vez se había quedado callada ante el regaño de su jefe, estaba tan absuelta en los recuerdos del fuerte hombre perteneciente a su pasado que se preguntó cuánto debe haber sufrido como para haber acarreado aquel resentimiento por tantos años.

Liz se levantó tranquilamente depositando los manuscritos de manera ordenada en el escritorio y luego, al no tener respuesta cuando pregunto a su jefe si necesitaba algo mas, se dio media vuelta y volvió a su cubículo a revisar el ultimo manuscrito que le faltaba, para luego salir con su mejor amiga Jaz a un bar cercano para poder al fin distraerse con problemas más contemporáneos.

Un resentimiento de medio milenioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora