Dios humilde

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Sabe cuántos lo han deseado,

cuántos a él le han rezado.

Pobre el majestuoso ser descalzo

que de tanto haber amado se le ha acusado de falso.

Ha descendido del mismo cielo

para transformar al humo en hielo,

para deslizarse al borde del muelle,

para poder convivir con el suelo

hasta que caiga delicadamente y se estrelle.

Sabe muy bien que es un ser divino,

un ser apreciado en la alta sociedad,

un ser hecho de carne y vino.

En el mundo mortal cambió su destino,

ya no era más que de la suciedad,

un objeto más del terroso camino.

Para ser como un dios humilde se necesita valor,

no es cosa de soportar el dolor.

Para ser así, caminar descalzo debes,

si eres bello por dentro, puedes.

Para ser un dios humilde se requiere talento,

se requiere más que un mínimo esfuerzo,

soportar el sacrificio en el universo

y cumplir con el más triste y humano tormento

para plasmarlo en el hermoso sacramento

y ser uno más en el mundo diverso.

La metodología poética del espírituDonde viven las historias. Descúbrelo ahora