Ópera celestial

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Nunca tan unidos,

somos la cadena artificial.

Somos uno solo,

un pez dorado tras el cristal.

Que se escuchen los sonidos

de la ópera celestial,

tal vez éste no sea el coro

pero tiene mucho potencial.

Correr, gritar, la chispa hay que avivar,

es ese el nuevo himno de la juventud

que se escucha en lo profundo de toda la multitud.

Correr, gritar, la chispa hay que avivar,

no necesitamos héroes que en la guerra quieran llorar

pues este cántico no es de ustedes, ahora se pueden retirar.

Somos el artífice de una generación

que se ha petrificado frente a una escenificación.

Somos el destino de la orquesta que sonó,

somos el camino que alguna vez se abandonó.

Romperemos las paredes si el coro se niega a mejorar

pues en el segundo acto nos negaremos a orar.

Correr, gritar, la chispa hay que avivar,

que en el último concierto sea la audiencia la que tome su lugar

mientras la sinfonía calla para prestarnos su atención.

Somos la salida al mundo de la redención,

rebeldes, tal cual somos, donde sea iremos a jugar.

Somos la parada, el final de la estación

que se encuentra preparada para su siguiente acción.

Correr, gritar, la chispa hay que avivar

pues somos esa Luna esperando al amanecer

mientras el crepúsculo se niega a desaparecer.

Correr, gritar, la chispa hay que avivar

porque mientras permanezca el elíxir para rejuvenecer,

no habrá razón alguna para exterminar al anochecer.

La metodología poética del espírituDonde viven las historias. Descúbrelo ahora