Capítulo 6:

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Capítulo 6:

No sabía que hacer, montado en mi coche, daba vueltas por la ciudad, no quería ver a nadie que conociera, quería olvidarme de todo, de mi vida, de mi realidad, de mi fatídico destino. Terminé yendo a parar a un bar de freaks. La gente llevaba el cabello de colores estridentes, lucían atuendos donde el negro, el cuero y el encaje predominaban, correas curvando sus siluetas, prendas sin mangas, rotas, de red, luego de varias copas ya no veía más que una mancha borrosa que bailaba en vaivén. Estaba tan mareado y aturdido, que apenas oía a mi alrededor. Y tampoco quería hacerlo. Ella no estaba allí, pero de todos modos me atormentaba la mente. Tomaba una copa tras otra, sin pausas y no sabía bien por qué, pero brindaba por las tres. Cherry, Sienna y Lux. Me estaban jodiendo la vida. Y la psiquis. Por lo menos Cherry me daba lo que yo esperaba de ella, no reclama algo más, no me lastimaba por dármelo, sólo quería complacerme porque tener mi atención la hacía feliz. 

Me quedé viendo a dos muchachas que se besaban y tocaban mucho, totalmente despreocupadas de quién las viera, noté a otros dos, también a los besos junto a mi, y luego aparecieron dos chicas, colocándose una a cada lado. La pelirroja, algo osada, directamente se acercó y rozaba mi cuello con su nariz, susurraba algo en danés, del otro lado, la morena de cabeza rapada, metía sus delgados dedos suavemente por mi entrepierna, para luego masajear con un poco más de fuerza. Giré la cabeza hacia la pelirroja que tenía la cara pegada a mi y ella me besó, metiendo su lengua en mi boca inmediatamente. Tenía un piercing, podía sentir el frío metal. Entonces, agregó su mano a la fiesta y la morena comenzó a lamerme el cuello a la vez.

-No, no, no- exclamé lo bastante algo para que ambas me oyeran, echándome hacia atrás y bajándome de la banqueta. Retrocedí algunos pasos más. Eso había sido bastante intimidante. Es decir ¿Quién hace eso, en frente de una multitud de gente, a un completo extraño?

De lejos pude vislumbrar mejor sus rostros, la muchacha de cabello negro, llevaba varios piercings en la cara. La pelirroja estaba cubierta de tatuajes, desde sus piernas hasta su cuello. Ambas tenían medias de red, vestían con cuero y de botas de plataformas. No eran tan altas en realidad. Sonreí de lado. Me miraron, al principio extrañadas con un poco desilusión. Pero me acerqué nuevamente, y pasé mis brazos por los hombros ambas.

-Es mejor si vamos a un lugar privado, ¿Les parece?- las dos se sonrieron y aceptaron. Me adelanté a salir, para dejar en el coche, mi teléfono, mi billetera, y apenas tomé lo necesario para pagar un motel de paso, muy antiguo, que había apenas a unas pocas cuadras de aquel lugar. Cuando salieron del bar, ambas reían y me llevaron casi arrastrando calle arriba.

Jamás había experimentado antes con dos muchachas a la vez. Y no me arrepiento. El alcohol me impidió recordar todos los detalles, pero recuerdo haber usado un número anormal de preservativos para lo que era mi costumbre y que las vi practicándose sexo oral, a la vez, entre ellas, un largo rato. Las imágenes se agolpaban en mi mente. Senos, dedos, lenguas, lubricantes, traseros... Labios, sentía el fresco del aire que entraba por la ventilación, sobre algunas partes húmedas de mi cuerpo. Me estremecí. Aun extasiado, caliente y sudado, tomé una pequeña ducha, tenía que enjuagar un poco toda esa saliva que tenía por todos lados. Sonreí con los ojos cerrados, mi alrededor giraba en velocidad, pero el agua cayendo sobre mi rostro, me ubicaba nuevamente en escenario. Noté que su intención era robarme, ya que en un momento, perdí de vista a la morena mientras la pelirroja me distraía, cabalgando sobre mi en la cama, y cuando la encontré con la mirada, estaba hurgando con insistencia entre mi ropa. Pero no había más que el pequeño comando para mi auto, que dejó tirado en mitad del suelo de la ubicación.

Ambas dormían en la cama cuando salí de la ducha, tomé el comando del suelo, me sequé, me vestí y me marché. En recepción pagué por la noche completa. Todavía no había amanecido. Pero ahora me había quedado ese amargo vacío, y quería dormir acompañado, no con las que habían querido robarme, ni con la loca de Sienna. Tampoco con Cherry. Y Lux estaba, definitivamente, fuera de juego ahora mismo. Mary Anne, Maddie, Stefanie, Caroline, Cherry, Sienna... ¿Cómo se llamaba la chica de la estación de servicio? ¿Y la ayudante de la bibliotecaria? Me sentía poco a poco más adicto al sexo, lo único que notaba negativo era esto, este amargo vacío luego de saciar mi vicio. Revisé mi móvil.

La luz de mi oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora