Capítulo 8:

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Capítulo 8:

 

 

 

Una semana después, de abstinencia sexual luego de Cherry, opté por buscar a quienes me reclamaban tiempo. Llamé a Sophia mientras estacionaba frente a la cabaña de campo de sus padres. Había viajado solo, dos horas. 

-Hola cariño- dijo ella con su voz sexy. Recordaba su cabello negro corto y lacio, su ojos oscuros y su piel dorada. Hermosa. Como todas las chicas que frecuentaba.

-Hola querida. Estoy fuera- estaba algo cansado, esperaba poder descansar un poco.

-Por fin- rió, normal... Como pocas -Entra, está abierto- y cortó.

Cuando entré, estaba todo impecable, iluminado y la brisa entraba por unas puertas de vidrio laterales de la casa, abiertas de par en par. Todo era rústico, de madera bien tallada. Había un espléndido almuerzo en la mesa. Una variedad de carnes rojas y blancas, ensaladas, pastas y postres. Alcé las cejas sorprendido, y ella apareció detrás de mi, rodeándome con los brazos en un abrazo cálido. Acaricié sus manos.

-Bienvenido- dijo en un susurro. Era una de las pocas de mi estatura.

-Esto es hermoso Soph- sonreí de lado, algo tímido. Las chicas hacían cosas así por mi, pero... Sentía que ésto era diferente.

-Me alegro que te guste- su voz era suave, baja y excitante, como terciopelo. Me voltée esperando ver un cambio en ella. Y me alegré al no notar ninguno. Su cabello en corto carré perfecto, un mechón un poco más corto de lado, a modo de flequillo, sus ojos gatunos oscuros y su boca carnosa. Recordé a Lux. Negué con la cabeza enseguida. Esa chica me volvería loco por el simple hecho de que era la única con la que no podía hacer lo que quería.

Me incliné hacia adelante, y besé a Sophia, con ganas. Por momentos la imagen de Lux se interponía en mi mente, pero se iba cuando sentía la lengua de la morena jugando con la mía.

-Espera- dijo con la respiración entrecortada mientras se alejaba sonriendo un poco -Comamos primero- señaló la mesa con el brazo -Sino jamás lo haremos, y se enfriará- le sonreí, entrelacé mis dedos con los de ella y la acompañé a la mesa.

Corrí la silla para que se siente, y me senté en frente. Me sirvió un poco de todo, y me comí todo, porque moría de hambre.

-Lo he cocinado todo yo- sonrió mirando su plato, mientras metía un bocado de papa asada en su boca. Me mordí el labio.

-Es perfecto, y sabe genial- los cumplidos le gustaban a cualquiera... -Pero no es suficiente para describir lo bien que estoy comiendo y lo mucho que me está gustando. Valieron la pena las dos horas de viaje- ella rió por lo bajo.

Una hora después, ambos estábamos desnudos, tirados en la cama King, exhaustos y llenos. Habíamos comido y luego habíamos tenido mucho sexo. Ella se acurrucó pegando su espalda a mi pecho, y nos tapamos, durmiéndonos así.

Falté a la escuela tres días, quedándome allí con Sophia. Me preparaba el desayuno, mirábamos televisión juntos. Nadábamos en la piscina del patio trasero y me enseñó a preparar galletas con chips de chocolate. Tuvimos sexo por toda la casa. Pero quedó grabado a fuego en mi mente, la última noche...

Sophia se movía lento sobre mi y me gustaba así, echaba la cabeza hacia atrás y suspiraba con cada movimiento mío. Sus manos posadas sobre mi estómago, y esas miradas tan penetrantes que me llegaban muy intensamente. Se inclinó sobre mi, y bajó luego, haciéndome temblar de placer. Luego repitió todo, pero le tomé el rostro entre los dedos y la besé, mientras despacio me movía y la colocaba debajo mío, manteniendo el ritmo suave de las embestidas, y acelerando cuando notaba que le rozaba el lugar correcto. 

La luz de mi oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora