Capítulo 4:
-¿Qué pasó con Cherry?- me preguntó Bruno, mientras yo buscaba champagne en el bar, para mi nueva acompañante. Sonreí al recibir las copas y girarme a mi amigo.
-Se quiso ir- caminé despacio hacia mi mesa, donde Lux trataba de recuperar la compostura. Bruno me siguió, y se sentó a nuestro lado. -Lux, querida, te presento a Bruno- él se inclinó, y besó su mano. Algunos podrían decir que se veía antiguo, pero estaba de moda en alta sociedad -Es uno de mis mejores amigos- tomé un sorbo de mi copa. Sabía genial.
-Mucho gusto Lux- Bruno le dedicó una de sus sonrisas de galán y me dio una punzada de celos, pero no tenía de qué preocuparme. Yo no soy de los tipos que se preocupan por las chicas, ni de los que desconfían de sus amigos.
-Hola Bruno- sonrió ella, tierna, amigable... Como si ningún chico la sedujera. Como si ninguno fuera de su gusto. ¿Sería lesbiana? Oh Dios. Pero no podía ser, me había besado...
-Amigo- ahora Bruno hablaba en voz baja dirigiéndose a mi. Me volví hacia él con la copa en la mano -Cuando te sobren unos minutos, hablemos a solas. Son buenas nuevas- me guiñó el ojo. Eso quería decir que tenía que ver con una mujer, entonces enseguida cautivó toda mi atención.
Bruno se alejó, y yo aproveché la canción lenta para invitar a bailar a Lux.
Desperté solo a la mañana siguiente y tuve que rememorar que había pasado. Había bailado toda la noche con Lux, me dejé fotografiar junto a ella una decena de veces, y nos embriagamos. La dejé en su casa. Sí... Oh. Lesbiana. Esa palabra se repetía en mi cabeza constantemente, atormentándome. ¡Bruno! Sí, necesitaba saber qué iba a decirme. Me levanté, corrí al baño a lavarme la cara y los dientes, tomé mi móvil y luego de vestirme, troté escaleras abajo.
Marqué a Bruno:
-La plaza, en diez minutos- apenas dije eso, corte. Y marqué a Lux.
Tono. Tono... Tono. Ocupado. Uf. De nuevo. Tono, tono...
-¿Si?- sonaba similar a Cherry, esperaba que no lo fuera.
-Hola Lux- hablé mientras subía al coche. Estaba un poco incómodo. Había una buena posibilidad de que ella fuera lesbiana, idea que no podía borrar de mi cabeza, y yo la había besado la noche anterior.
-Hola Ekain- se la oía ronca. Habíamos cantado las canciones a todo pulmón, habíamos acabado el champagne del bar... Sí, era ella.
-Te oyes mal- mencioné a la vez que hacía marcha atrás, alejándome de la propiedad de mis padres.
-Sí, me divertí mucho anoche y hoy pago las consecuencias- se rió y de nuevo comprobé, era ella. Una risa única, que me hacía sonreír siempre.
-Que bueno. Sólo llamaba para asegurarme de que hubieras llegado bien anoche y que te levantaste bien- sonaba demasiado... Demasiado... Atento.
-Anoche entraste conmigo- se rió -Y me ayudaste a desnudarme...- silencio incómodo -Luego te fuiste, asegurándote que cerraba con llave las puertas delantera y trasera- tosió un poco y calló esperando mi respuesta.
-¿De verdad te desnudé?- estaba anonadado. No recordaba nada de todo aquello que mencionó.
-Sí, pero no te preocupes, no me has visto nada que no hubieras visto antes- soltó una carcajada, una con ganas bien sonora y reí también. Ya se lo tomaba con gracia. Eso era bueno.
-Lástima que no lo recuerdo. Seguro fue una buena imagen mental para guardar- esperaba despertar los recuerdos en mi mente, pero no. Ni uno salía a la consciencia.